EL CLUB QUE LE AGRADECIÓ SU ASCENSO A LA “REINA DE LA AMAZONIA”
- Canal Vida
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El ascenso del Clube do Remo desató una escena inesperada: miles de hinchas desplegaron una imagen gigante de Nuestra Señora de Nazaret, la “Reina de la Amazonia”. ¿Qué milagro atribuyen a la Virgen? ¿Qué historia esconde su advocación?

Durante 30 años, el Clube do Remo vagó por un desierto deportivo que parecía no terminar nunca. Descensos, crisis económicas, frustraciones acumuladas y una hinchada que jamás abandonó. Pero el ascenso finalmente llegó… y con él, una escena que recorrió el mundo y encendió titulares en todos los idiomas: una imagen gigante de Nuestra Señora de Nazaret desplegada en el corazón del estadio, sostenida y llorada por miles de devotos.
No era un festejo más. Era un acto de fe. Un grito colectivo hacia el Cielo. Un agradecimiento público a la Virgen que reina sobre la selva, los ríos y los pueblos del norte de Brasil. “Cuando el pitido final confirmó el ascenso, el estadio se convirtió en un lugar de redención, celebración, lágrimas y liberación”, escribió el medio amazónico DOL. Y Belém entera, una ciudad forjada entre el barro, el río y la fe, se puso de pie.
LA MADRE QUE VOLVIÓ A SU PUEBLO PARA QUEDARSE
La historia milagrosa de la Virgen que eligió la Amazonia
La advocación de Nuestra Señora de Nazaret, o Nossa Senhora de Nazaré, no nació en Brasil… pero quiso quedarse allí para siempre.
A fines del siglo XVII, un mestizo llamado Plácido José de Souza, pescador y agricultor, encontró a orillas de un arroyo una pequeña imagen de madera de apenas 28 centímetros. Estaba gastada, marcada por el tiempo, pero su rostro era inconfundible: la Virgen de Nazaret, venerada en Portugal desde la Edad Media.

Plácido la llevó a su casa, la colocó en un pequeño altar y encendió una vela. Pero al día siguiente, la imagen desapareció. Horas más tarde, volvió a aparecer en el mismo lugar donde la había encontrado.
Pasó una vez. Luego otra. Y otra más. Para la comunidad, ya no había dudas: la Madre quería quedarse allí, entre su gente, entre su selva, entre sus ríos.
Sobre ese sitio se construyó una pequeña ermita de barro y paja. Con los años, crecería hasta convertirse en la imponente Basílica de Nazaré, epicentro del mayor evento religioso de Brasil y uno de los mayores del mundo.

LA VIRGEN QUE PROTEGE LA SELVA, EL RÍO Y AL PUEBLO
La Reina de la Amazonia
Para los habitantes del norte de Brasil, la Virgen de Nazaret no es un símbolo decorativo: es una presencia viva.

Es la Madre que cuida a los pescadores, que acompaña a quienes trabajan en los ríos, que protege a las familias que enfrentan la desigualdad y la dureza cotidiana del Amazonas. Por eso la llaman “La Reina de la Amazonia” o “La madre que nunca abandona”.

Su devoción alcanza su punto máximo en el Círio de Nazaré, una procesión que reúne a millones, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Allí, una enorme cuerda —la corda— es sostenida por promeseros que caminan descalzos, lloran, agradecen y se aferran a su esperanza.
La cuerda de la Virgen es, quizá, el símbolo más fuerte de la fe amazónica: allí donde la vida aprieta, la Madre sostiene.

UN ASCENSO QUE SE VIVIÓ COMO UN MILAGRO
Por eso, cuando Remo finalmente ascendió, la hinchada no tuvo dudas. Saltaron al campo, rompieron en llanto y extendieron un mosaico gigantesco con el rostro de la Virgen. No era decorado. Era acción de gracias.

Era decirle al mundo: “Ella nunca nos abandonó. Ella estuvo con nosotros en los 30 años de sufrimiento. Ella nos trae de vuelta”.
La imagen se viralizó inmediatamente en Brasil, Paraguay, Argentina, México, Estados Unidos y Europa. Muchos no entendieron. Pero quienes conocen la Amazonia, sí.
Porque para ese pueblo, el fútbol puede fallar… pero la Virgen no.





