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San Pancracio: El Adolescente que se Plantó ante el Imperio... y Hoy Mueve Multitudes

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 12 may
  • 3 Min. de lectura
Cada 12 de mayo, miles de fieles en América Latina levantan la mirada hacia una figura que no envejece ni se apaga. San Pancracio, mártir adolescente, abogado del trabajo, la salud y las causas imposibles, está más vivo que nunca. Su imagen se multiplica en templos, comercios y hogares. Pero pocos conocen el origen estremecedor de su culto… y cómo se hizo presente en el mismísimo Juicio Final. Un relato que te hará rezar.
San Pancracio
El santo de lo imposible.

Tenía solo 14 años. No era obispo, no era teólogo, ni siquiera había terminado su formación cristiana. Pero Pancracio, huérfano e inmigrante frigio en la Roma imperial, enfrentó a Diocleciano con una convicción que haría temblar a cualquier adulto: "Soy cristiano. Y no te temo". Lo decapitó el régimen. Nació el mito. Nació el santo.

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EL JOVEN MÁRTIR QUE ENFRENTÓ AL IMPERIO Y JURÓ POR LA VERDAD ETERNA

Nacido en Frigia en el seno de una familia noble, San Pancracio quedó huérfano a temprana edad y fue llevado a Roma junto a su tío Dionisio, donde abrazó con fervor la fe cristiana. Tenía apenas 14 años cuando el emperador Diocleciano —famoso perseguidor de cristianos— intentó salvarlo de la muerte ofreciéndole poder y honores si renunciaba a Cristo. Pero Pancracio no dudó: “Tu amenaza no me conmueve más que la pintura de la pared”, le dijo. Por sus palabras, su fe y su valentía fue decapitado en el año 285, y su cuerpo enterrado con honor por la noble romana Cocovila.


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Pancracio, el santo adolescente que enfrentó al poder y murió defendiendo la fe en Cristo.

Con el tiempo, su tumba se convirtió en lugar de juramento para causas difíciles. San Gregorio de Tours escribió que quien mintiera sobre su sepulcro sería castigado por fuerzas invisibles: perdería la razón, caería muerto o quedaría paralizado. En una ocasión, un juez romano llevó a dos hombres a jurar allí, y el culpable —que había engañado a todos— murió al instante, con la mano rígida sobre las reliquias del joven mártir. Este prodigio lo convirtió en patrón de los jóvenes, del trabajo y de las causas imposibles.


Hoy, miles lo invocan en Argentina, Paraguay y todo el mundo, pidiéndole salud, justicia y trabajo digno. Su figura aparece en estampitas, altares caseros y templos humildes. San Pancracio, el niño que humilló al César y se convirtió en juez de los siglos.

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EL SANTO ADOLESCENTE QUE NO ENVEJECE

Pancracio fue enterrado en las catacumbas de la Vía Aurelia y su tumba se convirtió en sitio de peregrinación. Su imagen -joven, sonriente, con la palma del martirio y el Evangelio en la mano- no es la de un espectro solemne, sino la de un amigo. Es el "santo de la esperanza concreta": de los que buscan trabajo, de los que pelean contra enfermedades, de los que no bajan los brazos. Es abogado de los jóvenes, del trabajo digno, de las causas imposibles.


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MILAGROS ACTUALES: TESTIMONIOS QUE ESTREMECEN

• Una joven en México contó que recibió el diagnóstico de un tumor cerebral y, luego de rezarle 9 días seguidos, el médico declaró inexplicablemente que "había desaparecido sin rastro".

• En Formosa (Argentina), un hombre desocupado por más de 2 años fue contratado el mismo día que hizo la promesa a Pancracio. Hoy colabora en la iglesia con flores todos los meses.

• En Encarnación, una niña desaparecida durante 48 horas fue hallada ilesa. Su madre asegura haber visto en sueños al joven santo guiando a la policía hacia el lugar.



PRESENCIA EN EL JUICIO FINAL

En 1298, en la basílica de San Juan de Letrán, el mosaico del "Juicio Final" incluye algo que sorprende: entre los santos que rodean al Cristo glorioso está él, Pancracio, con su rostro adolescente intacto. Un niño en el tribunal eterno. Un guiño celestial a los "pequeños que vencen al mundo".

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EJÉRCITO DE DEVOTOS

San Pancracio no tiene un gran santuario en Roma ni un banco vaticano que lo patrocine. Pero tiene la fe del pueblo. La fe de los que lo vieron actuar en sus casas, en sus hospitales, en sus luchas cotidianas. Es el santo que te escucha sin rodeos. El que responde sin demoras. El que apareció en el Juicio Final, porque nunca dejó de estar presente.


"Cuando todo parece perdido, Pancracio aparece", repiten en las capillas populares. Y quizá, por eso, su figura juvenil se haya convertido en un faro para las nuevas generaciones.


El santo del trabajo. El santo de la salud. El santo de lo imposible. El santo del pueblo.

Y su fiesta, el 12 de mayo, no deja de crecer. Por eso hoy recorda al joven que se plantó ante el Imperio, que apareció en el Juicio Final y que es el intercesor de los que ya no saben a quién más recurrir.

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