Lágrimas en Roma, oraciones en América: El mundo despide al Papa Francisco
- Canal Vida
- 24 abr
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Mientras miles de fieles hacen fila bajo el sol en Roma para despedir al Santo Padre en la basílica de San Pedro, en toda América Latina las iglesias abren sus puertas para rezar por el descanso del pastor que abrazó al mundo con misericordia. Lágrimas, oraciones y una certeza: su partida duele porque su vida transformó.

Las filas bajo el sol se extienden hasta el alma. El cuerpo del Papa Francisco reposa frente al altar de la Confesión, mientras miles de fieles recorren lentamente la nave central de la basílica de San Pedro. Algunos arrodillados. Otros, de pie, en silencio. Muchos llorando. Todos, orando.
El rostro del Pontífice, sereno, parece seguir escuchando. Las manos entrelazadas en el rosario. La mirada baja. El mundo en vilo.
Hay una niña en brazos que mira en silencio. Hay una mujer mayor que se seca las lágrimas con un pañuelo blanco. Un teólogo ortodoxo llegó desde Rumanía. Una adolescente murmura que no conoció otro Papa. Y un hombre, antes de partir a Apulia a ver a sus padres, decide primero despedirse del pastor que le enseñó la palabra misericordia. “El Papa de mi vida”, repiten en distintos idiomas.

SE FUE EL "PAPÁ" DE AMÉRICA
Pero la emoción no es solo en Roma. En las iglesias de América Latina, desde México hasta la Patagonia, también se multiplican las misas por el descanso eterno del Papa del fin del mundo.

Altares vestidos de blanco. Velas encendidas. Rosarios que corren entre dedos arrugados. Campanas que doblan, no por el final, sino por la esperanza.

En Buenos Aires, en Lima, en Medellín y en Asunción, los templos se llenan de quienes alguna vez lo escucharon hablar del Evangelio como quien habla del pan.

EL PAPA QUE SE HIZO QUERER
“La muerte no es el fin, es el comienzo”, había escrito Francisco días antes de morir. Y ahora sus fieles se aferran a esas palabras como si fueran una promesa.
Desde Roma, una joven repite emocionada: “Siempre tenía una sonrisa, incluso cuando estaba enfermo”. Otra mujer recuerda su abrazo a una persona frágil: “Era sencillo, pero su mensaje era más fuerte que cualquier grito”.

El Papa que hizo lío… ahora descansa. Pero su legado se multiplica en las calles de Roma y en los bancos de cada parroquia del continente que lo vio nacer.
Porque aunque ya no habla, sigue tocando corazones. Y mientras en San Pedro lo despiden de a miles, en toda América el pueblo reza por el hombre que los hizo sentir que el cielo estaba un poco más cerca.
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