Los Monjes que Oran para que el Mundo no se Acabe
- Canal Vida
- hace 1 día
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Viven escondidos, en silencio, lejos del mundo. Pero rezan por vos, por mí, por todos. Son los monjes contemplativos: almas ocultas que interceden día y noche para que el mundo no se destruya. Y su oración… sostiene lo invisible.

No aparecen en televisión. No dan entrevistas. No tienen redes sociales. Y, sin embargo, su vida silenciosa podría estar evitando que el mundo se derrumbe. Son los monjes y monjas que eligieron el camino más invisible y radical: una existencia de oración perpetua. Mientras la humanidad corre detrás del ruido, ellos se arrodillan en lo escondido… para sostenernos a todos.
Cada noche, mientras millones duermen sin saberlo, en algún rincón del planeta alguien está rezando por ellos. En Siria, en Nápoles, en los Andes, en los Alpes, en el corazón de África o en los desiertos del Líbano, manos gastadas se alzan hacia el cielo. No piden nada para sí. Ruegan por la paz, la conversión, la salvación de un mundo que ni siquiera los recuerda.
¿Y si el mundo sigue girando no por el poder… sino por la intercesión silenciosa de estos mártires del alma? Esta es la historia de los monjes que oran para que el mundo no se acabe. Porque alguien tiene que sostener el cielo… cuando todo lo demás se cae.
CUANDO EL SILENCIO SE VUELVE GRITO
En lo alto de las montañas del Líbano, en los desiertos de Siria, en los valles perdidos de los Apeninos italianos o en claustros ocultos de España y América Latina, hombres y mujeres eligieron una vida de reclusión voluntaria. Visten de blanco o negro, hablan poco o nada, y dedican hasta ocho horas diarias a la oración litúrgica y personal. Algunos son cartujos, otros benedictinos, cistercienses, trapenses o carmelitas. Todos tienen una cosa en común: se ofrecieron para interceder por el mundo.
Y lo hacen con una fe que quema. “Mientras ustedes trabajan en las ciudades, nosotros trabajamos con el alma”, explicó un monje cartujo a un periodista que logró entrar por 15 minutos a su clausura. “Ofrecemos cada amanecer, cada hambre, cada noche de insomnio por los que sufren, por los que matan y por los que no saben que necesitan a Dios”, indicó.

EL MUNDO LOS IGNORA
Mientras el mundo habla de influencers, ellos ni siquiera tienen celulares. Mientras millones siguen series y escándalos, ellos leen las Escrituras y escriben oraciones con pluma. No tienen redes, pero son la red que sostiene al mundo con sus oraciones. No dan discursos, pero claman por la paz en silencio. Y no se manifiestan, pero interceden todos los días por la salvación de los hombres.
En Siria, un grupo de monjes cistercienses se niega a abandonar su monasterio pese a las bombas. “Si nosotros nos vamos, ¿quién rezará por ellos?”, dijeron cuando se les ofreció exilio. Algunos murieron en ataques. Otros siguen cantando salmos entre ruinas. Cada uno de ellos podría haber sido médico, ingeniero o empresario. Eligieron otra medicina: la del alma.

ELLOS TAMBIÉN LLORAN
Hay quienes creen que estos monjes son fríos, imperturbables. Nada más lejos. Son hombres y mujeres de carne y hueso. Muchos lloraron por horas al enterarse de una guerra, de un aborto aprobado, de un sacerdote asesinado.
Su corazón está roto por el mundo, pero no se quejan. Lo entregan todo. Algunos viven con una sola comida al día. Otros no hablan desde hace 20 años. Algunos están en silla de ruedas y siguen rezando sin cesar.

¿QUIÉNES SON Y DÓNDE ESTÁN?
En Argentina, los monjes trapenses de Azul rezan de madrugada y trabajan con sus manos. En Chile, los benedictinos de Las Condes combinan liturgia y silencio. En México, el Monasterio Benedictino de Teocelo se levanta como faro de oración en medio del ruido. En Colombia, las monjas carmelitas descalzas de Medellín viven en clausura perpetua desde hace décadas.
En Europa, la Grande Chartreuse en Francia sigue siendo el corazón de los cartujos. En el Líbano, los maronitas contemplativos rezan por la paz del Medio Oriente. En Nigeria, a pesar de las persecuciones, comunidades monásticas florecen en el secreto.
ELLOS ORAN POR VOS
Quizá hoy alguien esté rezando por vos, sin conocerte. Quizá mientras leés esto, un monje cartujo esté intercediendo por tu familia. Quizá esa intención que llevás en el corazón ya fue entregada al cielo por una monja contemplativa que no sabés que existe.
El mundo sigue girando porque hay personas que decidieron dejarlo todo para rezar por todos. Y su vida no es una fuga: es un sacrificio voluntario que se convierte en salvación silenciosa.
LO QUE EL MUNDO NUNCA VA A MOSTRAR
No aparecen en noticieros. No son trending topic. Pero están ahí, de rodillas, sosteniendo al mundo. Y cuando todo parezca perder sentido, recordá esto: hay un puñado de almas escondidas que siguen pidiéndole a Dios que el mundo no se acabe. Por vos. Por mí. Por todos.
Porque cuando el mundo se tambalea, alguien sigue rezando.
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