LEÓN XIV Y EL GRITO DEL CINE: “SIN BELLEZA, EL MUNDO SE HUNDE”
- Canal Vida

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El Papa lanzó un mensaje explosivo al mundo del cine: advirtió que la humanidad está perdiendo belleza, profundidad y esperanza. En una audiencia histórica, pidió a directores y actores defender el arte verdadero para evitar que el mundo caiga en la desesperación.

En la Sala Clementina, bajo el brillo solemne de los frescos vaticanos, más de 160 actores, directores, fotógrafos, maquilladores y técnicos escucharon algo que muy pocos esperaban: un Papa hablando del cine como si fuera un sacramento de luz, una chispa divina capaz de atravesar las tinieblas de un mundo herido.
León XIV no escondió su fascinación por esta “arte joven, soñadora e inquieta” que cumple 130 años, desde la primera proyección de los hermanos Lumière. Pero en su voz había algo más que admiración: había urgencia. “El cine no es solo imágenes en movimiento: es poner en movimiento la esperanza”, lanzó, dejando al auditorio en un silencio vibrante. Porque para él, el cine no es entretenimiento: es un espejo, un grito, un gesto de Dios en medio de la noche humana.
EL SÉPTIMO ARTE COMO ARMA ESPIRITUAL
El Santo Padre fue directo al corazón: “Una de las contribuciones más valiosas del cine es ayudar al espectador a volver a sí mismo”.
Para él, entrar a una sala oscura no es un simple plan de fin de semana: es atravesar una frontera invisible, un espacio donde el alma baja la guardia y se deja tocar. El cine, dijo, educa la mirada, expande la imaginación y permite que incluso el dolor encuentre sentido.
Y en una época saturada por pantallas, contenidos rápidos y algoritmos que repiten lo mismo, encendió una alarma global: “La lógica del algoritmo repite lo que funciona. El arte abre lo que es posible”.
En otras palabras: El cine puede salvarnos del vacío… o hundirnos más en él.

LA BATALLA POR LAS SALAS DE CINE
León XIV lanzó una advertencia que resonó como un trueno: “Los cines están en peligro.”
No hablaba solo de negocios. Hablaba de humanidad.
Las salas oscuras, esas catedrales modernas construidas para mirar historias juntos, son “corazones palpitantes de nuestras ciudades”, dijo. Y verlas desaparecer es ver morir una parte del alma colectiva.
Por eso pidió un “pacto cultural” a instituciones, gobiernos y empresas para defenderlas. No por nostalgia: sino porque sin espacios de encuentro, la sociedad se fragmenta, se vuelve fría, pierde memoria.

NO EXPLOTAR EL DOLOR: ACOMPAÑARLO
En un momento inolvidable, se metió de lleno en el debate más sensible del cine moderno: la representación del sufrimiento humano. “No tengan miedo de enfrentarse a las heridas del mundo,” pidió. Pero marcó un límite moral poderoso: “El gran cine no explota el dolor: lo acompaña”.
Fue un dardo directo a una industria donde muchas veces la tragedia se usa como espectáculo. El Papa no habló de moralismo, sino de humanidad: La violencia, la pobreza, el exilio, la soledad, las adicciones, las guerras olvidadas…No deben ser mercadería. Deben ser escuchadas.

UN ARTE DEL ESPÍRITU
En uno de los pasajes más poéticos del encuentro, citó a David W. Griffith:“Lo que le falta al cine moderno es belleza, la belleza del viento que mueve los árboles”.
Y allí trazó un puente inesperado con el Evangelio de Juan. El viento, lo invisible, lo que mueve y transforma…Así debe ser el cine: un arte donde el Espíritu encuentre lugar.
El Papa pidió una revolución estética y espiritual: Que el cine vuelva a ser invocación, búsqueda, esperanza, y no solo distracción.

UN CINE QUE VUELVA A REUNIR AL MUNDO
Finalmente, elevó su voz para defender algo que pocos consideran: el cine es un acto comunitario, un milagro colectivo donde cada pequeño oficio —desde el guionista hasta el iluminador— sostiene el mismo sueño.
En una época marcada por peleas, polarización y egos inflados, el Papa advirtió: “Una película no existe sin la obra coral de cientos de trabajadores”.
Y pidió que el cine siga siendo “un lenguaje de paz”, una casa para el que busca sentido, un lugar donde la humanidad pueda volver a mirarse y reconocerse.

EL GRITO PROFÉTICO DEL PAPA PARA EL CINE MUNDIAL
Al concluir, dejó una frase que podría quedar grabada en la historia del séptimo arte: “El mundo necesita belleza para no hundirse en la desesperación”.
Por eso pidió a los artistas convertirse en “artesanos de la esperanza”, capaces de mostrar, aunque sea por un instante, el misterio de Dios escondido en la experiencia humana.
Porque para León XIV, el cine no solo cuenta historias. El cine salva almas.









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