León XIV pide una Iglesia que evangelice con esperanza y unidad

En una audiencia cargada de emoción, el Papa pidió a los directores de las Obras Misionales Pontificias reavivar el fuego de la evangelización en un mundo herido. "Evangelizar no es conquistar, es consolar", dijo, llamando a la Iglesia a ser fermento de unidad, consuelo y esperanza.

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Misioneros del mundo, unidos por la fe: Las Obras Misionales Pontificias apoyan comunidades vulnerables en todos los continentes, llevando educación, salud, alimento y esperanza allí donde el Evangelio apenas ha llegado.

En una audiencia cargada de simbolismo, el Papa León XIV se reunió ayer con los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en el Vaticano y lanzó un llamado claro: “Nuestro mundo necesita testigos que siembren concordia”.

“No tengamos miedo de sembrar la esperanza. Aunque el mundo esté roto, Cristo sigue naciendo donde lo llevamos con amor.” (León XIV)

Conmovido por los rostros de quienes sirven en las periferias del mundo, el Pontífice pidió una renovada pasión evangelizadora para estos tiempos de fragmentación y desconfianza.

Desde su experiencia pastoral en Perú, León XIV reconoció el impacto de las OMP en comunidades donde la fe aún se sostiene “entre barro y esperanza”. Destacó especialmente la labor de las misiones en contextos de pobreza, exclusión y guerra. “Ahí donde el mundo rompe, la Iglesia debe abrazar”, afirmó.

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Durante su discurso, repasó el papel vital de las cuatro ramas de las OMP: Propagación de la Fe, San Pedro Apóstol, Santa Infancia y Unión Misionera. Cada una, aseguró, lleva el Evangelio a realidades donde la vida misma está en peligro. “Evangelizar no es conquistar, es consolar”, resumió.

León XIV junto a los directores de las Obras Misionales Pontificias de los distintos países del mundo.

León XIV pidió que la misión sea testimonio de unidad en medio de la diversidad. Reclamó una Iglesia sin fronteras y misioneros que hablen “el idioma de la misericordia”. Citó a san Agustín con emoción: In Illo uno unum (“En Él, somos uno”) como lema de su ministerio.

Con una bendición apostólica cargada de ternura y envío, el Papa cerró su mensaje con una exhortación que resonó en la sala: “No tengamos miedo de sembrar la esperanza. Aunque el mundo esté roto, Cristo sigue naciendo donde lo llevamos con amor”.