León XIV: “El algoritmo jamás podrá sustituir un gesto de cercanía”
- Canal Vida
- 2 oct
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El Papa estremeció al mundo con una advertencia que rompe con la frialdad de la era digital: ningún algoritmo podrá reemplazar el poder de una palabra de consuelo o una caricia que sana.
En un mundo en el que la tecnología pretende ocuparlo todo, León XIV lanzó un mensaje que resuena con fuerza: “El algoritmo nunca podrá sustituir un gesto de cercanía ni una palabra de consuelo”.
El Pontífice recibió en el Vaticano a los representantes de la Confederación Médica Latinoiberoamericana y del Caribe (CONFEMEL), que agrupa a más de dos millones de profesionales de la salud. Allí, agradeció el sacrificio de quienes, incluso en los rincones más lejanos, llevan atención médica a los más pobres.
EL PODER DE UNA CARICIA
“Jesús tocaba a los enfermos y ellos encontraban en su caricia salud y salvación”, recordó el Papa, aludiendo a la centralidad de la relación médico-paciente. Con esta imagen, dejó claro que la verdadera medicina no está en un aparato ni en un programa digital, sino en el encuentro humano.
LOS ÁNGELES DE LA SALUD
Coincidiendo con la memoria de los Ángeles Custodios, el Santo Padre comparó a los médicos con esos guardianes enviados por Dios para proteger a cada persona. “El diálogo, la comunicación y el contacto físico siempre han de estar presentes en la relación terapéutica”, subrayó.
EL MÉDICO DE LOS POBRES, PRONTO SANTO
El sucesor de Pedro recordó además la figura del beato José Gregorio Hernández, conocido como “el médico de los pobres”, cuya canonización se celebrará el 19 de octubre. “Un ejemplo luminoso para ustedes: supo unir ciencia y compasión”, destacó.
UN DESAFÍO A LA TECNOLOGÍA
Frente al avance de la inteligencia artificial, el Obispo de Roma reconoció su utilidad, pero advirtió: “La máquina jamás podrá ocupar el lugar del médico”. Los profesionales son llamados a ser “reservas de amor”, capaces de dar esperanza a los enfermos.
Así, en medio de la frialdad de los algoritmos, el Papa recordó al mundo que la verdadera medicina se mide en humanidad: un gesto, una palabra, una presencia.
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