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Le Arrancaron la Lengua por Hablar de Cristo... y Hoy Su Voz Hace Temblar las Piedras

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 9 minutos
  • 4 Min. de lectura
Fue un adolescente que se atrevió a desafiar al Imperio con la sola fuerza de su fe. A los 15 años, san Venancio de Camerino fue brutalmente martirizado: le sacaron los dientes, le cortaron la lengua, lo lanzaron a leones y lo tiraron por un precipicio. Sobrevivió a cada tormento como si una mano invisible lo protegiera. Su historia, sepultada por siglos, hoy vuelve a estremecer al mundo.
San Venancio
Venancio, el santo que ni los leones quisieron comer.

Tenía solo quince años. No era un guerrero. No tenía espada. No comandaba ejércitos. Pero tenía algo que el Imperio Romano nunca pudo dominar: una fe incandescente. Su nombre era Venancio (235-250), y nació en Camerino, Italia, durante los primeros siglos del cristianismo, cuando profesar esa religión no era una opción espiritual, sino una sentencia de muerte.


En tiempos del emperador Decio, el cristianismo era visto como una amenaza al orden público. Quien no adoraba a los dioses del Estado, era considerado enemigo del Imperio. Y Venancio, con la osadía de un alma pura, se negó a renunciar a su fe. Pero no lo hizo en silencio. Predicaba. Evangelizaba. Gritaba en las plazas el nombre de Cristo. Eso lo condenó.

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EL COMIENZO DEL MARTIRIO

Fue arrestado por soldados imperiales. Y allí comenzó una de las historias de martirio más sangrientas y milagrosas de la Iglesia primitiva. Le arrancaron los dientes. Le cortaron la lengua. Creyeron que así callaría. Pero el joven Venancio siguó orando. Según testigos, su boca mutilada seguía pronunciando el nombre de Jesús con un murmullo que helaba la sangre.


Lo arrojaron a los leones. Pero las bestias no lo tocaron. Lo colgaron cabeza abajo sobre un fuego lento. No se quejó. Lo azotaron con ganchos de hierro. Lo arrastraron por las calles de la ciudad. Y luego, lo lanzaron desde un precipicio. Sobrevivió.


La gente comenzó a decir que los ángeles lo protegían. Que su voz, aunque sin lengua, seguía proclamando al Hijo de Dios.


Finalmente, fue decapitado. Su sangre manchó la tierra de Camerino. Pero su martirio había sembrado algo mucho más fuerte que el miedo: el fuego de la fe.


San Venancio
El santo protegido por Dios y los ángeles.
EL PATRONO DE LOS TERREMOTOS Y LAS ALMAS FIRMES

Los romanos pensaron que lo habían borrado. Pero fue desde su muerte que la figura de Venancio comenzó a crecer.


En el siglo IV, ya se lo veneraba como santo y mártir. Sus reliquias fueron conservadas con devoción en la ciudad que lo vio morir, Camerino. Y con el paso de los siglos, comenzaron los milagros.


Durante terremotos, pestes y guerras, el pueblo clamaba su intercesión. ¡Y algo pasaba! Las casas se salvaban. Las iglesias resistían. Las familias encontraban paz.

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Por eso hoy, más de 1.700 años después, san Venancio es patrono contra los terremotos. No solo los que sacuden la tierra, sino los que estremecen el alma. Es protector de los jóvenes perseguidos, de los que no tienen voz, de los que defienden su fe ante un mundo que busca silenciarlos.


Su cráneo aún se conserva en Camerino. Sus huesos, guardados en relicarios, siguen siendo señal de resistencia. En el siglo XXI, cuando muchos adolescentes buscan sentido, la figura de este joven mártir se alza como un grito de fuego: “Hay cosas por las que vale la pena morir”.

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LA TUMBA DONDE TEMBLÓ LA TIERRA

Los restos de San Venancio descansan hoy en la catedral basílica de Camerino, en la región de Las Marcas, Italia. Este majestuoso templo, dedicado a su nombre, se alza como santuario principal y centro de devoción al joven mártir, cuya sangre marcó para siempre la historia cristiana de la región.


Venancio
Santuario de Venancio.

La catedral conserva sus reliquias en una urna de plata que reposa bajo el altar mayor. Durante siglos, miles de peregrinos acudieron a ese lugar, especialmente el 18 de mayo, día de su fiesta litúrgica, cuando se realizan procesiones, bendiciones y plegarias por la protección contra terremotos, guerras y pruebas espirituales.


Aunque el terremoto de 2016 causó severos daños en Camerino y afectó parte de la estructura de la catedral, las reliquias de san Venancio sobrevivieron intactas, lo que muchos fieles interpretaron como una señal de protección celestial. Hoy, tras restauraciones, el santuario sigue siendo lugar de culto, consuelo y asombro.


Venancio
Reliquia en el altar mayor.

Allí, en esa tierra que lo vio morir, Venancio sigue siendo faro para los perseguidos, los que resisten en silencio y los que no tienen voz. Porque aunque le cortaron la lengua, su espíritu habla más fuerte que nunca.

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PRESENTE EN ESTE SIGLO

La Iglesia no lo olvidó. Cada 18 de mayo, su fiesta estremece a los fieles de Italia, España y América Latina. Se celebran procesiones. Se cantan letanías. Y en muchos templos, se reza por aquellos a quienes se les intentó arrancar la fe con burlas, violencia o indiferencia. Porque aunque le sacaron la lengua, su testimonio sigue hablando.


Y en un mundo que muchas veces quiere acallar el nombre de Cristo, la historia de san Venancio nos recuerda que hay voces que no pueden silenciarse. Que hay palabras que resisten el tiempo. Y que hay adolescentes que, con solo 15 años, son capaces de incendiar la historia con la fuerza de su fe. San Venancio de Camerino, ruega por nosotros.

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