La palabra que no dijo el Papa... y el mundo entero escuchó igual
- jmarinangeli
- hace 16 horas
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En su inicio del misterio petrino, León XIV evitó decir la palabra “sinodalidad”. Pero el mensaje fue claro: amor, humildad, ternura y comunión. ¿Qué quiso decir realmente? ¿Qué quiso evitar? Una homilía que no gritó... pero sacudió al mundo.

El nuevo Papa no usó la palabra “sinodalidad”. No la necesitó. En una Iglesia donde cada término es escudriñado con lupa —celebrado, criticado o temido según el oído que lo escuche—, León XIV optó por no pronunciar uno de los conceptos más repetidos en los últimos años. Pero que no haya pronunciado la palabra no significa que la haya rechazado. Tal vez, simplemente, decidió encarnarla de otro modo. Tal vez decidió que esta era la hora del amor... y no de los documentos.
"León XIV propuso una comunión desde las diferencias. Desde los márgenes. Desde los que no entran en las lógicas del poder."
Frente a una plaza de San Pedro repleta y con el eco todavía fresco del luto por Francisco, León XIV ofreció una homilía sencilla, poderosa y profundamente evangélica. Habló como un hermano. Como un padre de mirada serena. Como un hijo de la Iglesia que conoce el dolor de su pueblo.
El Papa que eligió no decirlo… para demostrarlo
En tiempos de ruido y polarización, su silencio sobre la sinodalidad se volvió un grito. Mientras algunos esperaban un nuevo mapa doctrinal, lo que León XIV entregó fue un testimonio. No anunció estructuras, ni reformas institucionales. Habló de algo más difícil, más profundo y más revolucionario: el amor.
"El Papa habló de amor, no un amor romántico o abstracto. Amor oblativo. El que da la vida. El que escucha antes de hablar. El que prefiere el servicio al protagonismo."
“No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”, dijo. Esa frase —tan desarmante como firme— marcó el tono de lo que, tal vez, será un pontificado que opte por el gesto antes que por el slogan.
Y, en ese contexto, no usar la palabra “sinodalidad” puede no ser un desaire, sino una pedagogía. León XIV parece querer mostrar que caminar juntos no es un lema de despacho, sino una práctica viva que nace desde abajo, desde el pueblo. Desde el rebaño que Pedro debe apacentar no con rigidez, sino con ternura.

Un Pontífice marcado por la humildad
Su voz tembló. Sus palabras, entretejidas con citas de san Agustín, san Pedro y el Evangelio de Juan, estaban teñidas de humildad sincera. “Fui elegido sin mérito, con temor y temblor”, confesó. Pero lo más impactante no fue su emoción. Fue su elección de contenido.
En vez de hablar de estructuras eclesiásticas, habló del corazón del cristianismo. En vez de invocar conceptos polémicos, invocó el amor que se da hasta el final. El mismo que —según el Evangelio— Pedro no pudo comprender sino después de fallar.
Ahí estuvo una de las claves teológicas más fuertes de la homilía: León XIV recordó que sólo quien falló, sólo quien fue perdonado, puede guiar a otros. Sólo el que fue amado en su miseria puede amar “aún más”, como Jesús le pidió a Pedro. Una lección de humanidad, pero también de pastoreo.
La Iglesia de los pequeños
En cada línea de su mensaje resonó un llamado claro: unidad, cercanía y apertura. Pero no una unidad basada en uniformidad o imposiciones. León XIV propuso una comunión desde las diferencias. Desde los márgenes. Desde los que no entran en las lógicas del poder.
El nuevo Papa, sin estridencias, se mostró cercano a los humildes, a los heridos, a los que no figuran en las estadísticas eclesiásticas. No habló de programas pastorales ni de encuestas sobre religiosidad. Habló de las lágrimas del pueblo. De las redes que hay que seguir echando. Del mar que espera ser cruzado con la esperanza del Evangelio.
Y si habló de amor, no fue un amor romántico o abstracto. Fue el amor oblativo. El que da la vida. El que escucha antes de hablar. El que prefiere el servicio al protagonismo.
"León XIV parece querer mostrar que caminar juntos no es un lema de despacho, sino una práctica viva que nace desde abajo, desde el pueblo. Desde el rebaño que Pedro debe apacentar no con rigidez, sino con ternura."

Un gesto de libertad
En el Vaticano, cada palabra pesa. Cada omisión también. Que León XIV no haya usado el término “sinodalidad” puede interpretarse de mil formas. Pero quizás sea un gesto de libertad. De quien no quiere quedar atrapado en las trincheras ideológicas de unos y otros.
No lo dijo, pero lo vivió. No lo nombró, pero lo ejerció. No necesitó justificar su camino, porque lo trazó con hechos. Como quien recuerda que el Evangelio no se defiende con manifiestos, sino con manos que lavan los pies y abrazos que rompen barreras.
El Papa de la caridad
En un mundo de eslóganes vacíos, León XIV ofreció una homilía que no necesitó grandes titulares. Porque no fue para la prensa, fue para el alma.
No sabremos aún si será el Papa del amor, el de los márgenes, o el de las sorpresas. Pero sí sabemos algo: hoy nació un pastor que, antes de imponer, escuchó. Antes de gobernar, sirvió. Y antes de doctrinar, amó. Y eso, en estos tiempos, es un gesto profundamente revolucionario.
Y... no nos olvidemos de rezar por él, que sigue la huellas de Francisco... Pero con estilo propio.
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