León XIV y el Ángelus que Encendió Roma: “La Vida No es Nuestra, Es un Don”
- Canal Vida

- 21 sept
- 3 Min. de lectura
El Papa estremeció a miles en el Ángelus con un mensaje profético: “Un día rendiremos cuentas de nuestra vida”. Con dureza denunció el egoísmo, la avaricia y la indiferencia. ¿Estamos listos para ese juicio?

El sol caía sobre los miles de peregrinos que llenaban la explanada vaticana cuando León XIV, con tono firme y rostro serio, lanzó un mensaje que resonó como un trueno: “Un día seremos llamados a rendir cuentas de nuestra vida”. El Ángelus de este domingo no fue un sermón común, sino un grito de alerta contra el egoísmo, la avaricia y la indiferencia que marcan a nuestra época.
UNA PARÁBOLA QUE DESNUDA AL MUNDO MODERNO
El Pontífice meditó sobre el Evangelio de Lucas (16,1-13), la parábola del administrador infiel. Pero lo hizo con un estilo que recordó a los profetas bíblicos: “No somos dueños de nuestra vida ni de los bienes que poseemos; todo nos ha sido dado como don de Dios”. Y añadió con dureza: “Seremos juzgados por cómo administramos lo recibido, no solo ante Él, sino también ante quienes vendrán después de nosotros”.
La comparación fue letal: mientras el administrador pierde su riqueza para ganar amigos, muchos hoy —dijo León XIV— prefieren “el veneno de la competencia, el aislamiento y la codicia”.

EL DINERO Y LA “VERDADERA RIQUEZA”
En un mundo obsesionado con acumular, el Papa sorprendió al pedir lo contrario: “Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que cuando falte, sean recibidos en las moradas eternas”.¿Su explicación? Que la verdadera riqueza no es el oro ni la bolsa de valores, sino la amistad con Dios y con los hermanos. El dinero que divide y corrompe —señaló— puede ser transformado en herramienta de solidaridad y justicia.
UN JUICIO QUE YA HA COMENZADO
El Pontífice no habló en futuro lejano, sino en presente: “El juicio ya ha comenzado en la manera en que tratamos a los pobres, a los débiles, a la tierra que nos sostiene”. Cada recurso malgastado, cada vida usada como objeto, es —dijo— una “deuda que clama al cielo”.
El mensaje estremeció a la multitud, que en silencio escuchaba cómo el sucesor de Pedro insistía en que la vida es administración, no propiedad. “Podemos vivir como dueños caprichosos, o como servidores responsables —aseveró—. Al final, solo hay un camino que salva: administrar la vida como don de amor”.

LA INVOCACIÓN A MARÍA
Antes de concluir, dirigió su mirada hacia la Virgen: “Pidamos a María Santísima que nos enseñe a administrar la vida como ella lo hizo: con humildad, con servicio, con amor”. Las campanas de San Pedro repicaron al unísono mientras la plaza entera rezaba el Ángelus, como si aquella advertencia del Papa hubiera despertado conciencias dormidas.
UN ÁNGELUS PROFÉTICO
El de hoy no fue un simple comentario evangélico: fue un llamado profético en pleno corazón de Roma.
León XIV colocó a todos frente a un espejo incómodo: ¿administramos la vida para Dios y para los demás o la enterramos en el egoísmo? El eco de su voz quedó grabado en el aire: “Todo lo que tenemos es prestado. Y un día, Dios pedirá la cuenta”.
Un mensaje que más que palabras, fue un juicio adelantado.









Comentarios