LEÓN XIV DENUNCIA: “LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA CONVIRTIÓ EL CUERPO EN SU NUEVO ÍDOLO”
- Canal Vida
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El Papa arremetió contra la industria farmacéutica por imponer “un culto al cuerpo” que convierte el dolor en negocio y la salud en mercancía. Denunció una sociedad anestesiada por las pastillas y vacía de alma. “El amor no se receta”, subrayó.

En una jornada que quedará marcada por la fuerza de sus palabras, León XIV volvió a sacudir las conciencias del mundo moderno. Frente a más de mil representantes de los movimientos populares reunidos anteayer en el Aula Pablo VI, lanzó una de las denuncias más contundentes de su pontificado: “La industria farmacéutica impuso un nuevo culto: el del cuerpo como ídolo. Transformaron la salud en una religión y el dolor en negocio”.
UN NUEVO ÍDOLO: EL CUERPO COMO MERCANCÍA
El Santo Padre advirtió que detrás de los brillantes anuncios de bienestar se esconde un sistema global que alimenta una “idolatría del cuerpo”. “Nos venden la idea de que el cuerpo perfecto es sinónimo de salvación”, denunció, “pero detrás de esa mentira hay millones de personas esclavizadas por el consumo de fármacos y analgésicos”.
León XIV apuntó directamente contra las grandes farmacéuticas, acusándolas de fomentar una cultura de dependencia: “Nos anestesian el alma con cada pastilla que prometen aliviar el dolor. Pero ese dolor, muchas veces, nace de la soledad y la falta de sentido”.
Recordó con especial preocupación el drama de su país natal, Estados Unidos, donde el fentanilo —un analgésico 50 veces más potente que la heroína— se convirtió en una epidemia silenciosa. “El veneno no siempre llega de los narcotraficantes —dijo—; a veces viene en envases esterilizados con logos y certificados”.

LA GLOBALIZACIÓN DEL DOLOR
En un tono profético, advirtió que el negocio del sufrimiento se extendió bajo la bandera del progreso: “Millones mueren por drogas sintéticas mientras otros hacen fortunas con la desesperación ajena. El cuerpo humano se ha vuelto campo de batalla entre el consumo y la codicia”.
El Pontífice no se limitó a señalar culpables. También hizo un llamado a una conversión cultural y espiritual: “Debemos recordar que el cuerpo es templo del Espíritu, no laboratorio de los poderosos. El bienestar no se compra: se construye con amor, justicia y dignidad”.
UNA IGLESIA QUE DESPIERTA
El Sucesor de Pedro agradeció a los movimientos populares, los misioneros y los voluntarios que enfrentan, sin recursos, las heridas que deja esta industria del dolor. “Ellos son los verdaderos médicos del alma”, dijo, y agregó: “donde los laboratorios ven clientes, ellos ven hermanos”.
Citando al Papa Francisco, reiteró que la Iglesia debe ser “una Iglesia pobre para los pobres, valiente para arriesgarse y libre para denunciar”. Y añadió con tono de fuego: “Si el mundo idolatra el cuerpo, nosotros proclamaremos la resurrección. Si ellos venden anestesia, nosotros ofreceremos esperanza”.
El Papa concluyó su discurso con un mensaje que resonó como un desafío: “El hombre moderno cambió a Dios por la farmacia. Pero cuando todo medicamento falla, solo una medicina permanece: el amor que sana y no se vende”.
¿Hasta cuándo el dolor será negocio? La advertencia de León XIV no apunta solo a las farmacéuticas: apunta al corazón de una civilización que olvidó que el alma también enferma… y que ningún fármaco puede curarla.





