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La Niña que Volvió de la Muerte: La Oración que Salvó a Sophia Forchas

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 26 sept
  • 3 Min. de lectura
Herida de muerte en el tiroteo de una escuela católica, Sophia Forchas sobrevivió contra todo pronóstico. Su recuperación, que los médicos llaman “milagro”, es atribuida por su familia y miles de fieles al poder de la oración que movió al mundo entero.
Sophia Forchas
La fuerza de la oración la mantuvo viva.

El 27 de agosto, la tragedia golpeó con furia en la Annunciation Catholic School de Minneapolis, Estados Unidos. Un tiroteo en plena misa escolar segó la vida de dos niños inocentes y dejó a una tercera víctima entre la vida y la muerte: Sophia Forchas, una estudiante de apenas 12 años.


El proyectil alojado en su cerebro, la desesperación de su madre enfermera y el pánico de un hermano testigo convirtieron ese día en un viacrucis imposible de olvidar. Los médicos fueron claros: las posibilidades de que sobreviviera eran casi nulas. Y sin embargo… sucedió lo imposible.







CUANDO LA MEDICINA SE DECLARA IMPOTENTE

El neurocirujano Walt Galicich habló con voz temblorosa frente a los periodistas: “Si me hubieran dicho que diez días después habría esperanza, habría respondido: se necesitaría un milagro”.


Sophia llegó al hospital en estado crítico, con la presión cerebral disparada. Fue necesario extirpar la mitad izquierda de su cráneo en una operación desesperada. Sus médicos no daban crédito: la niña seguía respirando. Lo que nadie podía explicar, la fe lo gritaba con fuerza: miles de oraciones se estaban elevando al cielo por ella.

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UNA MAREA DE ORACIONES

Lo que ocurrió después fue un fenómeno espiritual de proporciones gigantescas. En cuestión de horas, iglesias, conventos, parroquias y familias en todo el mundo comenzaron a rezar por Sophia. Desde las redes sociales hasta los altares más escondidos, miles de “guerreros de oración” pedían al unísono por su vida. El Papa León XIV, el Patriarca Ortodoxo Bartolomé, religiosas, jóvenes y ancianos: todos sumaron su voz. Y algo comenzó a cambiar.


La familia Forchas lo dijo sin rodeos en su comunicado: “Tus oraciones están surtiendo efecto. Sophia está ganando. Su recuperación es un milagro de Jesús”.



EL PODER DEL ROSARIO Y EL NOMBRE DE CRISTO

Cada día, en la habitación de hospital donde Sophia permanecía en coma, se escuchaban Ave Marías, letanías y plegarias. Los médicos hablaban de ciencia, pero sus padres afirmaban con lágrimas en los ojos: “Dios la tiene en su abrazo sanador”.


Las redes sociales se convirtieron en un santuario improvisado. Una madre contó cómo el bautismo de su hija recién nacida en una situación crítica también le salvó la vida. Otra compartió que sus padres murieron ungidos y hoy cree firmemente que gozan de la gloria eterna. Todas esas historias convergieron en una certeza: cuando el hombre no puede, el Cielo actúa.


Sophia Forchas
Sophia en un encuentro en la iglesia.
LA VOZ DE SU PADRE: “¿QUÉ QUERRÍA JESÚS QUE HICIERAS?”

En medio del dolor y la esperanza, Tom Forchas, el padre de Sophia, tomó la palabra: “Mi hija fue atacada mientras rezaba. Pero si algo nos enseña este camino es que el poder de la oración mueve montañas. Si no conoces a Jesús, aprende a seguirlo. Él siempre te llevará de regreso a la oración”.


Sus palabras encendieron aún más la fe de una nación herida. No se trataba solo de Sophia: era un llamado urgente a redescubrir la fuerza de Dios en un tiempo en que el mal pretende silenciar la esperanza.



UNA LECCIÓN PARA EL MUNDO

Sophia inicia ahora un largo camino de rehabilitación. Pero su sonrisa, vida e historia ya son un estandarte de victoria espiritual. Para la comunidad católica, su recuperación no es casualidad: es un recordatorio vivo de que el mal nunca tiene la última palabra.


Hoy, mientras recordamos a los pequeños Fletcher y Harper, víctimas mortales del ataque, el testimonio de Sophia es un faro que clama al mundo: el mal hiere, pero la oración sana; el odio mata, pero Cristo resucita.


Sophia Forchas es ya, a los 12 años, la prueba de que la fe no es un simple consuelo… sino la fuerza que puede arrancar a un niño de las garras de la muerte.



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