El Santo que Enfrentó al Diablo en la Última Semana Antes de Navidad
- Canal Vida

- hace 8 horas
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A pocos días de la Natividad, mientras el mundo celebraba, un santo libró una batalla contra el mal. Hubo ataques, tentaciones y noches sin dormir. Esta historia explica por qué diciembre pesa… y salva.

Diciembre no siempre huele a fiesta. A veces pesa. Lo sabía bien san Juan María Vianney, el humilde Cura de Ars, que vivió el Adviento como un campo de batalla espiritual. Mientras el mundo corría hacia la Navidad, él descendía a noches de combate contra el mal, documentadas por testigos, biógrafos y por su propia correspondencia.
No se trata de leyendas tardías ni de relatos exagerados. En Ars, un pequeño pueblo francés del siglo XIX, las agresiones demoníacas fueron públicas. El propio Vianney llamaba a su adversario “el Grappin”. Se oían golpes, arrastres, risas burlonas; la cama temblaba; la habitación se incendiaba sin causa natural. Los vecinos lo sabían. El obispo lo sabía. Y, sin embargo, el santo seguía confesando hasta 16 horas diarias, especialmente en Adviento, cuando —según sus testigos— la presión espiritual aumentaba.

Adviento: cuando el combate se intensifica
Las biografías coinciden en algo: cuando se acercaban las grandes fiestas, el asedio se volvía más feroz. No porque el demonio “temiera” una fecha, sino porque el bien se multiplicaba. Vianney predicaba la conversión con una claridad que desarmaba conciencias. “Cuando uno quiere salvar almas —decía—, el enemigo no se queda quieto”. En las noches previas a Navidad, el Cura apenas dormía. Rezaba. Ayunaba. Y volvía al confesionario.
No inventó una mística oscura: la padeció. Testigos relatan ataques físicos (empujones, ruidos violentos), tentaciones de desaliento y noches de aridez absoluta. Todo, sin espectáculo. Todo, ofrecido. Para Vianney, el Adviento no era un calendario de luces, sino una espera con cruz.
La “Noche” como pedagogía
Lejos de hundirse, el santo comprendía el sentido: cuando la oscuridad aprieta, es porque la Luz se acerca. Enseñaba que el Adviento es preparación real, no sentimental. Que la conversión duele. Que la gracia se abre paso en terreno disputado. Por eso, el demonio lo atacaba: porque el Cura arrancaba almas de la tibieza, justo cuando el mundo se distrae.

Hechos, no fantasías
Los ataques del Grappin están registrados por contemporáneos y recogidos por la tradición hagiográfica seria. No eran metáforas psicológicas. Había ruidos, incendios inexplicables, agresiones nocturnas. Y había frutos: confesiones masivas, reconciliaciones, cambios de vida. Vianney no buscó el combate; lo aceptó.

Diciembre pesa… y salva
Para quienes sienten que diciembre abruma —cansancio, culpas, silencios—, la lección es clara y concreta: el Adviento no es evasión, es resistencia. San Juan María Vianney atravesó la última semana antes de Navidad entre tentaciones y golpes, y no retrocedió. Se sostuvo en la Eucaristía, en el Rosario, en la fidelidad diaria.
La Navidad llegó. Como llega siempre. Después de la noche. Y el Cura de Ars lo sabía mejor que nadie: cuando el mal grita, es porque la Gracia está a punto de nacer.
El Santo que Enfrentó al Diablo en la Última Semana Antes de Navidad
El Santo que Enfrentó al Diablo en la Última Semana Antes de Navidad









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