El Futbolista que Tocó Fondo… y Volvió a Creer Cuando Nadie Apostaba por Él
- Canal Vida

- hace 1 hora
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Fue estrella, goleador y símbolo de un continente. Hasta que una bala lo dejó sin futuro, sin dinero y sin gloria. Cuando todos lo dieron por terminado, encontró algo más fuerte que el fútbol: una fe silenciosa que lo sostuvo desde el fondo.

El fútbol suele contar historias de gloria, dinero y fama. Pero hay otras, mucho más crudas, que casi nunca se narran completas. Historias donde el aplauso se apaga, el cuerpo queda al borde de la muerte y el futuro se vuelve una incógnita. La de Salvador Cabañas es una de ellas. Y es real. Dolorosamente real.
En enero de 2010, era uno de los delanteros más temidos del Continente Americano. Ídolo del Club América, figura de la selección paraguaya y esperanza intacta para el Mundial de Sudáfrica. Pero una madrugada, en el baño de un bar de la capital azteca, una bala le atravesó la cabeza. No fue una metáfora: fue el fin de todo… o eso parecía.
Los médicos no daban esperanzas. Sobrevivir ya era un milagro. Volver a caminar, casi imposible. Jugar al fútbol, una locura. El proyectil quedó alojado en su cráneo. Su carrera se detuvo en seco. Los contratos desaparecieron. Los amigos se esfumaron. El dinero, también. De ídolo continental pasó a ser un hombre quebrado, endeudado y olvidado.

Fue ahí donde empezó otra batalla. Silenciosa. Sin cámaras. Sin estadios.
Cabañas regresó a Paraguay lejos del lujo. Vendió pan, trabajó en lo que pudo, enfrentó juicios, traiciones familiares y una pobreza que nadie imaginaba para quien había brillado en América. Pero en ese derrumbe apareció algo que no figuraba en las tapas deportivas: la fe.
No hubo conferencias motivacionales ni conversiones espectaculares. Hubo oración. Acompañamiento espiritual. Confianza diaria para levantarse sin saber cómo terminaría el día. El propio "Mariscal" lo dijo años después, sin grandilocuencias: “Dios me dejó con vida por algo”. No habló de revancha futbolística. Habló de sentido.
Contra todo pronóstico, volvió a jugar en 2012. No en grandes estadios. No por millones. Volvió por dignidad. Para demostrar que su vida no había terminado en ese baño. Cada paso en una cancha modesta era una victoria invisible. Cada entrenamiento, una respuesta al “ya no servís”.

Su historia conmovió a Paraguay, a México y a toda América Latina porque no es la del héroe invencible, sino la del hombre herido que no se rinde. Cabañas no volvió a ser el de antes. Y eso es lo más potente de su testimonio. Volvió distinto. Más frágil. Más humano. Más creyente.
En un mundo que descarta rápido a quien cae, su camino recuerda una verdad incómoda: tocar fondo no es el final. A veces es el único lugar desde donde se puede volver a creer.
Hoy, lejos de los flashes, Salvador Cabañas es símbolo de algo que el fútbol no suele enseñar: que la vida vale más que una carrera, y que cuando nadie apuesta por vos, Dios todavía no terminó el partido.
El Futbolista que Tocó Fondo… y Volvió a Creer Cuando Nadie Apostaba por Él
El Futbolista que Tocó Fondo… y Volvió a Creer Cuando Nadie Apostaba por Él









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