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El Sacerdote Que Fue Guillotinado Un Viernes Santo Por No Traicionar a Cristo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 18 abr
  • 3 Min. de lectura
El beato José Moreau, el mártir que prefirió la cruz antes que negar su fe. Murió el mismo día en que Jesús fue crucificado. Fue degollado por el odio a la fe. En plena Revolución Francesa, mientras el mundo gritaba libertad, un sacerdote caminó al cadalso por amor a Cristo. Era Viernes Santo. La misma hora. El mismo sacrificio. Y el mismo silencio.Y su sangre se mezcló con la del Cordero.
José Moreau
A la misma hora que crucificaron a Jesús, José Moreau se convirtió en mártir.

18 de abril de 1794. Viernes Santo. En una plaza de Angers, Francia, el bullicio de una ejecución pública cubría el silencio litúrgico del día más sagrado del calendario cristiano. Un sacerdote de 31 años caminaba hacia la guillotina. No tenía las manos atadas, pero sí el alma entregada. Se llamaba José Moreau. Y moriría como Jesús: por confesar la verdad.


Ese día no lo mataron por un crimen. No lo mataron por conspirar. Lo mataron porque no se vendió. Porque cuando el Estado quiso apropiarse de la Iglesia, él dijo que no. Y cuando el verdugo afiló la cuchilla, José rezaba.

Pedro Kriskovich
UNA VOCACIÓN MARCADA POR LA TORMENTA

José Moreau nació en 1763, en Saint-Laurent-de-la-Plaine, oeste de Francia. Era el hijo del pueblo. El que todos veían como el niño de misa. El que parecía tener una fe que dolía de tan auténtica. A los 25 años, fue ordenado sacerdote. Pocos imaginaban que sería presbítero durante apenas seis años… y mártir para siempre.


En 1789, la Revolución Francesa prometía libertad, igualdad, fraternidad. Pero para muchos cristianos, solo trajo persecución, confiscación de templos y odio al clero. En 1791, el nuevo gobierno exigió a todos los sacerdotes un juramento de fidelidad a la Constitución Civil del Clero: un documento que subordinaba la Iglesia al poder del Estado. Quien no firmaba, era considerado traidor. José fue uno de los que se negó.

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“NO JURO NADA QUE EM SEPARE DE CRISTO”

Para José Moreau, no era una cuestión política. Era espiritual. “No puedo jurar lo que no creo. No puedo jurar lo que me separa de Cristo”, dijo frente a las autoridades.


Lo arrestaron. Lo golpearon. Y cuando lo liberaron, volvió a celebrar misa. No en iglesias, porque estaban cerradas o profanadas. Sino en sótanos, en establos, en bosques. En silencio. En secreto.


Fue capturado de nuevo. Esta vez no lo perdonarían. La fecha de ejecución fue marcada sin que nadie supiera el detalle más macabro: caería un Viernes Santo.


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Camino a la guillotina.
EL VIERNES EN QUE LO MATARON POR SER SACERDOTE

El 18 de abril de 1794, Viernes Santo, a la misma hora en que se recuerda la muerte de Cristo, la guillotina cayó sobre el cuello de un sacerdote fiel. José Moreau no solo fue asesinado por no traicionar a su Iglesia: lo mataron por atreverse a imitar al mismo Jesús.


El símbolo es aterrador y divino:

• Jesús murió por negarse a ceder ante el poder.

• José también.

• Jesús murió fuera de Jerusalén, José fuera del templo.

• Jesús pidió perdón por sus verdugos… y José también.


Ambos sabían que el sacrificio más real no es el que se impone: es el que se ofrece.

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LA SANGRE DEL CORDERO Y DEL PASTOR

Lo que pasó en Angers ese día no fue una ejecución. Fue una repetición del Calvario. Cientos de testigos vieron a José Moreau subir al patíbulo rezando el Padre Nuestro. Cuando el verdugo lo empujó, José miró al cielo. No gritó. No tembló. No dudó.


El cuchillo cayó a las 3 de la tarde. La hora exacta en que Jesús murió en la cruz.


Muchos en la multitud lloraron. Otros aplaudieron. Pero nadie olvidó. La tierra se manchó de sangre… y la historia se llenó de una nueva cruz.

CASA BETANIA
UN MÁRTIR QUE FLORECIÓ DESPUÉS DE LA MUERTE

El cuerpo de José fue enterrado en una fosa común. No hubo ceremonia. No hubo tumba. Pero su memoria sobrevivió a la Revolución, al polvo del tiempo y a las cenizas del terror.


En 1984, san Juan Pablo II lo beatificó junto a otros 98 mártires de la diócesis de Angers. Hoy es venerado como mártir de la fidelidad, modelo de sacerdotes perseguidos y ejemplo de resistencia espiritual.

MARIANO MERCADO
¿POR QUÉ ESTA HISTORIA IMPORTA HOY?

Porque el mundo sigue queriendo que la fe se calle. Porque aún hoy muchos callan por miedo a perder. Y porque el beato José Moreau lo dijo con su sangre: hay cosas que no se negocian. Ni por miedo. Ni por poder.


En un tiempo donde todo se relativiza, él eligió morir por lo absoluto. Y lo hizo en el día en que el Cielo también guardaba silencio.

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