El Papa No Estuvo… Pero Su Palabra Iluminó la Noche Más Oscura
- Canal Vida
- 19 abr
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No pudo estar. La salud todavía lo retiene. Pero su voz —aunque leída por otro— atravesó la basílica de San Pedro como un rayo de esperanza entre sombras. En la noche más sagrada del año, Francisco regaló una homilía que es oración, grito y testamento. Un mensaje escrito entre el dolor, la fe y la convicción de que la Resurrección no es espectáculo… es semilla silenciosa que rompe la piedra desde adentro.

En la Vigilia Pascual, el mundo esperaba verlo. Pero Francisco no apareció en el altar. Su silla quedó vacía. Sus gestos —tan conocidos— no estuvieron.
Sin embargo, su palabra fue más fuerte que su ausencia. Leída por el cardenal Giovanni Battista Re, su homilía se convirtió en un evangelio vivo, en una confesión pública.

PASCUA EN CLAVE DE SOMBRA
Francisco no ofreció un discurso triunfal. No habló de gloria ni de fuegos artificiales celestiales. Habló de la noche. De la oscuridad. De la piedra aún cerrada. Dijo que la luz de la Pascua no es un reflector cegador, sino una brasa que se enciende lentamente en el corazón del creyente. E indicó que la Resurrección no borra el dolor, pero le da sentido.
Y escribió, con fuerza y ternura:
“No podemos celebrar la Pascua sin enfrentarnos a las noches que llevamos en el corazón.”

UNA ESPERANZA SIN ESTRÉPITO
Mientras muchos piden signos, milagros, soluciones instantáneas…Francisco recordó que la Pascua es un brote, no una explosión. Es luz discreta. Silencio fértil. Y eso incomoda. Porque queremos certezas, no semillas.
Pero en su homilía dejó una misión clara:
“La potencia de su Resurrección aún se está realizando. Y esa realización nos ha sido confiada.”
No es magia. Es tarea.

UNA LISTA QUE DUELE... Y ABRAZA
Como si conociera uno por uno los sufrimientos del mundo, el Papa enumeró:
– Los pobres, los solos, las víctimas de guerra.
– Las mujeres humilladas y asesinadas.
– Los niños que nunca nacieron.
– Los que se extraviaron.
– Los que se rindieron.
A todos ellos, Francisco les ofreció la única medicina posible en Pascua: la esperanza que brota del Cristo resucitado. No como promesa lejana, sino como luz que ya empezó a romper la noche.
“La Resurrección es como pequeños brotes de luz que se abren paso poco a poco, sin hacer ruido.”
CUANDO LOS MÍSTICOS DEL PASADO HABLAN CON EL PAPA ENFERMO
Francisco citó a Hadewijch de Amberes, una mística medieval. La frase elegida parece escrita para él, postrado, mirando el altar desde la distancia:
“Volveré a ver clarear mi oscuridad.”
Porque eso es lo que prometió esta Pascua: Que toda oscuridad, incluso la suya, tiene destino de amanecer.
EL PONTÍFICE QUE SIGUE RESUCITANDO, AUNQUE NO ESTÉ PRESENTE
La ausencia de Francisco en la misa fue dolorosa. Pero su palabra, escrita con el cuerpo cansado, fue presencia real.
Su homilía no fue una reflexión más. Fue una confesión de fe. Una Pascua interior. Una invitación urgente.
“Todavía hay temor. Todavía hay dolor. Pero hay una luz que se abre paso.”
SIEMPRE HAY LUZ
No estuvo. No habló. Pero hizo hablar a la luz. Francisco nos dijo que la Pascua no es un día. Es un camino. Y aunque algunos caminen encorvados, perdidos o dolidos, hay un Cristo resucitado que sigue caminando con ellos. Y eso basta para volver a creer.
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