EL MILAGRO QUE SALVÓ A SOPHIA: CUANDO LA ORACIÓN VENCE A LA MUERTE
- Canal Vida

- hace 3 días
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Sophia Forchas, de 12 años, sobrevivió milagrosamente al tiroteo en una iglesia de Minneapolis. Los médicos no daban esperanzas, pero miles de personas rezaron por ella. Hoy camina, sonríe y es testimonio vivo de que la fe puede vencer a la muerte.

El milagro ocurrió en Minneapolis. La pequeña Sophia Forchas, de 12 años, sobrevivió al tiroteo que destrozó la paz de la iglesia de la Anunciación, donde asistía a la primera misa escolar del año. Dos compañeros murieron. Ella, contra toda lógica médica, volvió a caminar, hablar y sonreír. Su historia conmueve a Estados Unidos y al mundo: los médicos hablan de ciencia, pero su familia y los creyentes lo llaman un milagro de oración.

UN TIROTEO, UN GRITO AL CIELO
El 27 de agosto, las balas interrumpieron la misa. Sophia cayó herida de gravedad. Su madre, enfermera pediátrica del hospital donde trasladaron a las víctimas, no sabía que una de ellas era su hija. “Jamás olvidaré el momento en que reconocí su rostro”, confesó entre lágrimas. El pronóstico era devastador: daño cerebral severo y presión intracraneal incompatible con la vida.
El doctor Walt Galicich, neurocirujano del Centro Médico del Condado de Hennepin, recordó: “Si alguien me hubiera dicho que Sophia sobreviviría, habría respondido: solo un milagro podría hacerlo posible”. Los padres lo entendieron así. Mientras los médicos abrían su cráneo para liberar la presión, miles de personas se unían en oración por ella. Desde templos, escuelas y redes sociales, el nombre de Sophia se convirtió en una plegaria global.

LA ORACIÓN QUE CAMBIÓ EL DESTINO
Después de 57 días en el hospital, Sophia volvió a casa. Camina, nada y hasta juega al baloncesto. Su padre, Tom, escribió: “Cada paso que da es un testimonio vivo de la gracia infinita de Dios y del poder milagroso de la oración”. Los médicos no encuentran explicación. Su madre la llama “mi prueba viviente de que el amor de Dios no tiene límites”.
El día de su alta, el jefe de policía, Brian O’Hara, la llamó “un milagro de fe”. La escoltó por la ciudad en limusina mientras los vecinos aplaudían y las campanas repicaban. Sophia, con una sonrisa tímida, saludaba desde la ventana, como si todo ese dolor hubiera sido transformado en luz.

EL MILAGRO DE MINNEAPOLIS
Hoy, Sophia continúa su rehabilitación rodeada de su familia y del cariño de una nación que volvió a creer en el poder de la oración. Sus padres siguen rezando por las familias de las víctimas, convencidos de que Dios obró no solo para salvar a su hija, sino para recordar al mundo que ninguna bala puede matar la fe.
Porque, como escribió su madre en GoFundMe: “Dios escuchó cada oración. La ciencia la mantuvo viva, pero fue la fe la que la trajo de vuelta”.









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