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El Empresario que Desafió al Dinero y Ahora Está a un Paso de los Altares

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 10 minutos
  • 3 Min. de lectura
Un empresario argentino, padre de nueve hijos y líder del mundo laboral, quedó a un paso de los altares. Roma dio el visto bueno final. Su historia demuestra que la santidad también puede nacer en la empresa, el trabajo y las decisiones difíciles.
Enrique Shaw el empresario de Dios
Enrique Shaw, el empresario argentino que vivió el Evangelio en la fábrica y junto a sus empleados.

Durante décadas, la santidad pareció reservada a conventos, monasterios y altares silenciosos. Pero desde Roma acaba de llegar una noticia que rompe todos los moldes: un empresario argentino, padre de familia numerosa, directivo de una gran empresa y actor clave del mundo laboral, está a un solo paso de ser beatificado. Su nombre: Enrique Shaw. Y su historia incomoda, interpela y sacude al mundo moderno.


Este martes 16 de diciembre, el Dicasterio para las Causas de los Santos dio su parecer favorable sobre su causa. Es la última instancia antes de que el prefecto, el cardenal Marcelo Semeraro, eleve el caso al Papa. Si el Santo Padre lo aprueba, Enrique Shaw se convertirá en el primer empresario del mundo camino a los altares. No por abandonar el dinero, sino por consagrarlo al bien común.







El empresario que no vivió para acumular, sino para servir

Enrique Shaw nació en 1921, en el seno de una familia acomodada, pero muy pronto la vida le enseñó el dolor: quedó huérfano de madre a los cuatro años. Desde joven entendió que la fe no era un refugio espiritual, sino una misión concreta en el mundo real. Fue marino, esposo, padre de nueve hijos, dirigente empresarial y apóstol laico.


Cuando dejó la Armada, quiso ser obrero. No empresario. Pero un sacerdote le mostró su verdadero camino: evangelizar desde la empresa. Así llegó a ser director de Cristalerías Rigolleau, donde vivió algo hoy casi impensable: cuando enfermó gravemente de cáncer, sus propios trabajadores se ofrecieron a donar sangre para salvarlo. No por obligación. Por amor.


“Para juzgar a un trabajador, primero hay que amarlo”, repetía Shaw. Y lo vivía.

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Un santo con traje, escritorio y obreros

Shaw no predicaba desde discursos vacíos. Rezaba, trabajaba, decidía y sufría. Fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, impulsó leyes laborales, defendió la dignidad del salario familiar y promovió una economía con rostro humano, décadas antes de que el tema estuviera de moda.


Integró el primer Consejo de Administración de la Universidad Católica Argentina, fue motor de la Acción Católica, del Movimiento Familiar Cristiano y sostuvo obras apostólicas con su propio dinero, sin buscar reconocimiento.


Vivía con austeridad, pese a su posición. Para él, el éxito no se medía en ganancias, sino en conciencias.


Enrique Shaw el empresario de Dios
Shaw brindando un discurso en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, entidad que fundó.

El milagro que lo acerca al altar

En abril de 2021, el Papa Francisco reconoció oficialmente sus virtudes heroicas. Pero faltaba el milagro. Y llegó.


En enero de 2025, el presunto milagro atribuido a su intercesión superó la instancia médica. Luego, la Comisión Teológica lo aprobó por unanimidad. El 17 de junio, los teólogos dieron el sí definitivo. Y ahora, obispos y cardenales confirmaron su parecer favorable.


Solo queda un paso. Un suspiro. Un decreto.


Desde Roma, monseñor Santiago Olivera lo dijo con claridad: “Estamos ante la última instancia antes de la presentación al Santo Padre”.

Documental sobre Enrique Shaw, "Una vida, un testimonio".

Un mensaje incómodo para el mundo actual

La posible beatificación de Enrique Shaw no es solo una noticia religiosa. Es una bomba espiritual. Porque dice algo incómodo: se puede ser santo sin huir del mundo, sin abandonar la empresa, sin renunciar al poder… si ese poder se vive como servicio.


En tiempos donde el empresario suele ser señalado como símbolo de injusticia, Shaw demuestra que el Evangelio también puede escribirse con balances, fábricas y decisiones económicas.


Murió joven, a los 41 años, consumido por el cáncer. Pero dejó una huella que hoy, más de seis décadas después, está a punto de convertirse en ejemplo universal para la Iglesia.

Si se confirma su beatificación, Argentina no solo tendrá un nuevo beato. Tendrá el primer empresario santo del mundo moderno.


Y el mundo deberá hacerse una pregunta inevitable: ¿qué hacemos nosotros con el poder que tenemos entre manos?

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