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El Ángel que le Habló de Dios: La Mujer que Encendió la Fe de Carlo Acutis

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 4 horas
  • 2 Min. de lectura
Una joven polaca fue la primera en hablarle de Dios al niño que hoy el mundo llama “el influencer del Cielo”. Su nombre es Beata, y con una simple oración encendió la chispa que llevó a Carlo Acutis a la santidad.
carlo acutis
Beata, la que le enseñó el camino a Dios a Carlo Acutis.

Nadie imaginaba que una joven polaca, con apenas 21 años y una maleta llena de sueños, cambiaría el destino espiritual de uno de los santos más queridos del siglo XXI. Su nombre es Beata Anna Sperczyńska, y fue la primera en hablarle de Dios al pequeño Carlo Acutis, cuando él apenas tenía dos años.


Beata llegó a Italia buscando trabajo, pero encontró una misión celestial. Los abuelos del niño la contrataron como niñera en Milán, sin sospechar que aquella joven de fe sencilla sería la primera chispa del milagro. “Yo fui quien le habló de Jesús por primera vez”, recordó entre lágrimas. “Carlo no sabía quién era, pero desde ese día nunca dejó de buscarlo”.


Cada noche, Beata le enseñaba una oración en polaco: “Aniele Boży, stróżu mój…” —“Ángel de Dios, mi guardián”. Carlo la recitaba como si fuera una canción. Cuando dormían, Beata sentía —según sus propias palabras— “que el cielo entero nos cuidaba”.

casa betania

Un día, lo llevó a una iglesia escondida en el corazón de Milán. Encendieron una vela, y ella le susurró: “Jesús está aquí”. Carlo quedó fascinado. Desde entonces, no quiso dejar de visitarlo: “Bea, no puedo dejar de ver a mi amigo”, le dijo. Años más tarde, el mismo templo sería el escenario de su funeral.


La mujer polaca Beata no fue una simple niñera: fue el primer canal de la gracia divina. Ella enseñó a Carlo a rezar, a amar la naturaleza, a caminar descalzo sobre el pasto y a mirar el cielo con asombro. “Carlo hizo que yo madurara. Yo lo cuidé, pero fue él quien me enseñó a ver a Dios en todo”, señaló.

Hoy, mientras el mundo lo venera como santo, ella lo recuerda como un niño con el rosario en la mano, diciendo con voz suave: “Es el collar más hermoso del mundo. Nunca lo escondas”.


Su historia no es solo la de una mujer y un niño, sino la del momento exacto en que el Cielo eligió un camino para llegar a millones de almas.



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