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Cuando el Diablo lo Quiso Matar… Ignacio Fundó la Compañía de Jesús

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 31 jul
  • 4 Min. de lectura
Estuvo a un paso del suicidio, pero la fe lo salvó. Ignacio de Loyola escuchó las voces del abismo… y respondió con el Evangelio. Fundó una de las órdenes más influyentes del mundo y cambió la historia.
San Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola en su celda de Manresa, con el rostro marcado por el combate interior. Tras sobrevivir a fuertes tentaciones de suicidio, abrazó la oración y el discernimiento como camino hacia la luz de Dios.

San Ignacio de Loyola es conocido por haber fundado la Compañía de Jesús, una de las órdenes religiosas más influyentes de la historia. Pero pocos saben que, antes de convertirse en un gigante de la fe, caminó por el filo del abismo. Y no es una metáfora. Escuchaba voces. Sentía la oscuridad rodearlo. Y en más de una ocasión, pensó en lanzarse por la ventana.


Su historia no empieza en un altar, sino en un campo de batalla. Fue herido en combate en Pamplona, cuando una bala de cañón le destrozó la pierna. Pero no fue la herida física la que más lo marcó… sino la otra: la que lo enfrentó cara a cara con su vacío interior.


Durante su larga y dolorosa convalecencia, se le ofrecieron libros. Él, que había sido un joven mujeriego, valiente y orgulloso, pidió novelas de caballería. Pero no había. Solo quedaban dos libros: la vida de Cristo y la vida de los santos.

Y allí comenzó todo.







LA TENTACIÓN MÁS SILENCIOSA

Las noches de Ignacio eran interminables. La herida le dolía. Pero más le dolía el alma. Empezó a leer… y a soñar con ser como san Francisco de Asís, como Santo Domingo. Pero también aparecieron otros pensamientos.


Relata en su autobiografía que el diablo lo tentaba con insidiosa suavidad. Le decía que no podría vivir como aquellos santos. Que su pasado era indigno. Que todo era inútil. Y esas voces crecieron. Comenzó a tener pensamientos repetitivos, obsesivos, oscuros. La idea de quitarse la vida apareció varias veces.


Pensó en arrojarse por la ventana de su habitación. Lo único que lo detuvo fue una gracia interior: “¿Y si esta idea no viene de Dios?”, se preguntó. Fue el inicio de su discernimiento espiritual.


Lo que había sido una noche oscura del alma, se convirtió en un laboratorio de santidad. Ahí nació su método de los Ejercicios Espirituales, uno de los instrumentos más potentes para la conversión del corazón que existen hasta hoy.


San Ignacio de Loyola
Solo, herido y atormentado, Ignacio libró la batalla más feroz: contra sí mismo. El demonio susurraba dudas y desesperanza… pero una chispa de discernimiento lo rescató del abismo. Así nació su lucha por el alma.
DE LA RUINA... AL EJÉRCITO DE CRISTO

Ignacio se levantó de su lecho con un nuevo propósito: ya no serviría a reyes, sino al Rey de reyes. Dejó todo y se convirtió en peregrino. Recorrió santuarios, se confesó, vivió en austeridad radical. Pasó un tiempo en la cueva de Manresa, donde rezaba hasta ocho horas al día, lloraba por sus pecados y se alimentaba con lo mínimo.


Allí tuvo visiones. Allí entendió que su vida no le pertenecía. Que no debía huir de sus tentaciones… sino iluminarlas con la gracia.


No fue fácil. Tuvo escrúpulos, oscuridades, ataques internos. Pero perseveró. Dios le estaba formando el corazón. Y cuando estuvo listo, fue a estudiar a Salamanca y luego a París, donde conocería a los hombres que cambiarían el mundo con él.

PEDRO KRISKOVICH
LA COMPAÑÍA DE JESÚS: UNA REVOLUCIÓN ESPIRITUAL

Con un pequeño grupo de compañeros, Ignacio fundó la Compañía de Jesús. Una orden nueva, sin hábito especial, sin monasterios cerrados. Una orden para el mundo, que pudiera ir a donde fuera necesario: universidades, selvas, misiones, palacios o cárceles.


La consagración definitiva fue en Roma, ante el Papa. Y desde allí, lideró a los jesuitas como un general del alma. Redactó las Constituciones, escribió miles de cartas, atendía a los enfermos, acompañaba espiritualmente a quien lo necesitara.


Su lema: “Ad Maiorem Dei Gloriam” (Para mayor gloria de Dios). Su arma: los Ejercicios Espirituales. Su ejército: hombres preparados para morir en cualquier rincón del planeta, si Cristo lo pedía.


Los misioneros jesuitas llegaron a América, a Asia, a África. Fundaron escuelas, universidades, reducciones guaraníes. Combatieron herejías, formaron santos y mártires.


San Ignacio de Loyola
Con el corazón ardiendo y la mirada firme, Ignacio fundó una orden sin fronteras. Universidades, selvas, palacios o prisiones: donde hiciera falta, allí llegarían sus soldados de Cristo.

LA VICTORIA SOBRE EL ABISMO

San Ignacio no fue canonizado por fundar una orden, sino por vencer al infierno con humildad y obediencia. Por entender que Dios podía sacar luz de la tiniebla más profunda.

Murió el 31 de julio de 1556. Había entregado su vida por entero. Murió en paz.


Hoy, sus Ejercicios son practicados por miles de personas en todo el mundo. Su espiritualidad guía a papas, obispos, laicos y religiosos. Y su legado resplandece en cada alma que se deja iluminar por Dios en medio del combate.

Mariano Mercado
Y VOS... ¿A QUIÉN ESCUCHÁS?

¿A la voz que acusa, que confunde, que empuja al vacío? ¿O a la voz que llama, que consuela, que redime? Ignacio escuchó ambas. Pero eligió la de Cristo. El infierno lo quiso destruir… y terminó fundando un ejército de santos.


Vos también podés salir del abismo. Como Ignacio. Como tantos. Como todos los que, en medio de la oscuridad, eligen la Luz.



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