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Foto del escritorCanal Vida

Adalberto Martínez en Roma

El Arzobispo de Asunción llegó hoy a la capital de Italia donde el próximo sábado será parte de un momento histórico para el Paraguay. —VIDEO—
 

Monseñor Adalberto Martínez (der.) en suelo romano.


Cada vez falta menos y en cada rincón del Paraguay se vive con ansia lo que será un momento único e histórico, y no es porque juegue la “albirroja”, aunque así pareciera ya que algunas personas viajaron para participar de este acontecimiento y hasta los medios de comunicación enviaron periodistas para que narren cada una de las cuestiones que sucedan el sábado 27 de agosto a las 10 (hora de Paraguay) cuando el Papa cree cardenal a monseñor Adalberto Martínez.


Monseñor Adalberto Martínez fue agasajado en el aeropuerto de Roma por la embajadora Leticia Casati y compatriotas.


El arzobispo de Asunción, luego de casi 17 horas de viaje y con una escala en Madrid (España), llegó hoy al Aeropuerto Internacional Leonardo da Vinci de Roma.


Allí fue recibido por la embajadora paraguaya ante la Santa Sede, Leticia Casati, y luego se trasladó junto con el canciller y rector de la catedral de Asunción, además de la comitiva, a descansar.


La embajadora Leticia Casati junto al arzobispo Adalberto Martínez.


 
 


AL LADO DE “CHIQUITUNGA”

Tal como adelantamos ayer, el futuro purpurado llegó a Roma acompañado de una reliquia de María Felicia de Jesús Sacramentado, “Chiquitunga”, a la que calificó como una “joven paraguaya laica consagrada que puede ser modelo de santidad, es un símbolo de lo que significó en tierra”.


Reliquia de "Chiquitunga".



PRIMERA MISA

Después del gran acontecimiento en el que Martínez será creado cardenal, el domingo 28 a las 2 (hora de Paraguay) oficiará su primera misa con dicho título en la iglesia El Sagrado Nombre de Jesús, templo madre de la congregación fundada por san Ignacio de Loyola.


Iglesia del Sagrado Nombre de Jesús.



LA VIDA POR CRISTO

A lo largo de la historia de la Iglesia hubo laicos que recibieron el título de cardenal, aunque poco después recibían el sacramento del Orden, pero el Papa Benedicto XV decidió en 1918 que todos los cardenales debían ser escogidos entre los miembros del clero.



Actualmente el Código de Derecho Canónico especifica que “para ser promovidos a cardenales, el Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos”.


Asimismo, los que aún no son obispos deben recibir la consagración episcopal, aunque una excepción a esta norma es la de Raniero Cantalamessa, que por pidió al Santo Padre ser liberado de esta obligación para poder morir con su hábito franciscano.


En el consistorio para la creación del cardenal, al momento de colocar el birrete sobre la cabeza del nuevo purpurado, el Papa le dice que es rojo “como signo de la dignidad del oficio de cardenal” lo que significa “que estás preparado para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana”.


En ese mismo momento, le entrega el anillo cardenalicio, “signo de esa dignidad, de solicitud pastoral y de más sólida unión con la Sede del apóstol San Pedro”. Y luego le asigna una iglesia de Roma como signo de su participación en el cuidado pastoral del Papa.


Monseñor Martínez llega a Roma.


A los cardenales les corresponde elegir al Romano Pontífice y asistirle de modo colegial –cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de importancia– y personal –al desempeñar los oficios que el Papa les asigna para el gobierno cotidiano de la Iglesia–.


Hay funciones específicas, como la del cardenal decano, que preside el colegio cardenalicio, anuncia la muerte del Papa y convoca el cónclave en el que saldrá elegido el siguiente Pontífice. El cardenal protodiácono anuncia al pueblo el nombre del nuevo Papa. Y el cardenal camarlengo administra los bienes de la Santa Sede y la gobierna durante el período de sede vacante.


Pero la función principal es elegir al Papa, algo que el colegio cardenalicio realiza de manera exclusiva desde el 1059. Pablo VI fijó el número máximo de cardenales electores en 120, y dispuso que al cumplir 80 años de edad cesaran en sus funciones de gobierno y perdieran el derecho de participar en la elección del Romano Pontífice.

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