En una emotiva celebración en Ybycuí, fieles y líderes religiosos conmemoraron un aniversario más del fallecimiento del padre Julio César Duarte Ortellado. El cardenal Adalberto Martínez Flores, desde Roma, envió una carta destacando la vida y obra del sacerdote.
Jóvenes llevan el estandarte con el rostro del siervo de Dios paraguayo. (Fotografía: Facebook Conferencia Episcopal Paraguaya)
Ybycuí se convirtió en el epicentro de la fe y devoción en Paraguay al celebrarse el 81 aniversario del fallecimiento del siervo de Dios, padre Julio César Duarte Ortellado.
Una multitud de fieles se congregó para honrar la memoria del sacerdote cuya vida y obra dejaron una huella imborrable en la comunidad. La misa solemne fue presidida por el Nuncio Apostólico monseñor Vincenzo Turturro, y contó con la participación de todos los obispos del país, en el marco de la 241° Asamblea General Ordinaria de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).
Una vida dedicada al servicio de Dios y del prójimo
Julio César Duarte Ortellado nació el 12 de abril de 1906 en Caazapá. Desde joven, demostró una profunda vocación religiosa que lo llevó a convertirse en un pilar de la comunidad cristiana en Paraguay. A lo largo de su vida, sirvió en varias parroquias, incluyendo Mbuyapey y Quyquyhó, y finalmente en Ybycuí, donde descansan sus restos.
Su vida estuvo marcada por su incansable labor pastoral y su compromiso con los valores cristianos. En Ybycuí, se destacó por la construcción de la casa parroquial, el templo en honor a San José y el hospital local. Además, impulsó la edificación de templos en Quyquyhó y Mbuyapey, así como varias capillas en las compañías cercanas.
Obispos luego de la celebración. (Fotografía: Conferencia Episcopal Paraguaya)
Recordado a la distancia
Desde Roma, el cardenal Adalberto Martínez Flores envió una carta destacando la importancia de la figura del Padre Duarte Ortellado. “Personas como el siervo de Dios, p. Julio César Duarte Ortellado, con sus virtudes y sus debilidades, vivieron heroicamente según el espíritu de las bienaventuranzas”, expresó el purpurado.
Asimismo, resaltó la vida del sacerdote como un camino ejemplar de santidad y servicio. “De nada me servirá ser sabio y predicar bien y ser aplaudido por la gente, si no soy santo”, citó el arzobispo de Asunción, recordando las palabras que el Duarte Ortellado dirigía a su madre.
Un legado que perdura
El legado del sacerdote sigue vivo en la comunidad de Ybycuí y en el corazón de todos los que lo conocieron. Su liderazgo y compromiso con la promoción de la fe y la caridad continúan siendo una fuente de inspiración.
El presbítero también fue responsable de la llegada de la Congregación Hijas de la Misericordia de la Tercera Orden Regular de San Francisco desde Croacia, quienes hasta hoy siguen su labor en la comunidad.
Presencia de líderes religiosos
La celebración en Ybycuí no solo contó con la presencia del Nuncio Apostólico y los obispos del país, sino también con numerosos fieles y devotos que se acercaron a rendir homenaje al sacerdote. La misa solemne fue un momento de profunda reflexión y oración, en el que se pidió por la pronta beatificación de Duarte Ortellado.
El camino hacia la beatificación
La causa de canonización del padre Duarte Ortellado avanza con firmeza. El Vaticano ya lo declaró siervo de Dios, el primer paso hacia la beatificación. Su vida y obras siguen siendo motivo de estudio y admiración, y numerosos testimonios de milagros atribuidos a su intercesión continúan llegando.
Duarte Ortellado, con su vida de servicio y amor al prójimo, nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad. Su ejemplo nos inspira a vivir nuestra fe con autenticidad y compromiso, siguiendo sus pasos en el camino hacia Dios.
Comentarios