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“¡ÁBRETE!”: EL GRITO DE LEÓN XIV QUE SACUDIÓ AL MUNDO DIGITAL

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 30 jul
  • 2 Min. de lectura
En su regreso de Castel Gandolfo, el Papa retoma la catequesis con una denuncia profética sobre la sociedad hiperconectada y una esperanza audaz: curar la sordera del alma.
León XIV
Una multitud recibió al Papa León XIV en la plaza San Pedro con los brazos abiertos y el corazón ardiendo por el Evangelio.

León XIV volvió al Vaticano… y habló fuerte. Este miércoles 30 de julio, en la Audiencia General de plaza San Pedro, tras su breve descanso en Castel Gandolfo, lanzó un mensaje directo al corazón de la humanidad: “¡Ábrete!”. Con esa palabra —efatà— usada por Cristo para sanar al sordomudo, el Papa encendió una catequesis conmovedora, feroz, sanadora.


La suya no fue solo una reflexión bíblica. Fue un diagnóstico quirúrgico del alma de nuestro tiempo: violencia, odio, aislamiento emocional y una “bulimia de conexiones” que nos asfixia en vez de unirnos. “Estamos hiperconectados, pero no sabemos escucharnos”, denunció.

Pedro Kriskovich
DEL EVANGELIO A LA VIDA REAL

Basándose en el Evangelio de Marcos (Mc 7,32-37), León XIV describió con precisión espiritual el drama del hombre contemporáneo: sobreestimulado, herido, incomunicado. El sordomudo del relato ya no quería hablar. ¿Por qué? Tal vez —sugirió el Papa— porque se sintió malinterpretado, rechazado, decepcionado por lo que oía.


Así, la catequesis se convirtió en espejo. “Todos nosotros vivimos esa tentación de apagarnos. De no decir nada. De dejar de sentir”, dijo. Y frente a eso, propuso el gesto de Jesús: llevarnos aparte, tocarnos con delicadeza, y decirnos lo único que importa: “¡Ábrete!”. Ábrete al otro. Ábrete a la vida. Ábrete incluso al dolor.


León XIV
El Santo Padre estrujó el corazón de los presentes, principalmente los jóvenes que están viviendo su Jubileo.
UNA IGLESIA QUE CURA Y ESCUCHA

León XIV no habló solo del individuo. Habló también de la Iglesia. De su misión de ser “esa gente” que lleva al herido ante Jesús. No para señalarlo. Sino para que escuche, para que vuelva a hablar. Para que sane. Porque la comunicación verdadera —dijo— no es ruido ni espectáculo. Es encuentro. Es intimidad. Es Verbo hecho carne.


Pidió que la Iglesia no abandone esa tarea: ser la voz de los que ya no pueden hablar. Ser el oído de los que dejaron de escuchar. Y ser, sobre todo, el espacio donde los heridos pueden volver a confiar en las palabras.

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UN LLANTO POR LOS CRISTIANOS ASESINADOS

Como un golpe de realidad, al final de su catequesis, León XIV no se olvidó del martirio silencioso que aún sigue en muchas partes del mundo. Denunció el ataque terrorista en Komanda, Congo, donde más de 40 cristianos fueron masacrados durante una vigilia. Y elevó una plegaria estremecedora por todos los perseguidos por su fe.



“EFATÀ”: UN CAMINO SIN ATAJOS

El Papa advirtió que la sanación no es inmediata. Que no hay “atajos” para ser discípulo. Que sólo caminando con Jesús —incluso por la cruz— se puede hablar “normalmente”. Como quien ya fue tocado por la verdad.


En tiempos donde reina el grito vacío, León XIV no gritó. Murmuró con firmeza una palabra que retumbó en el mundo entero:“¡Ábrete!”.



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