Juan Bautista Scalabrini, fundador de los Misioneros y Misioneras de San Carlos, dedicó su vida a evangelizar y dignificar la vida de las personas que dejaban su tierra por la desocupación o la guerra. El Papa Francisco lo canonizará el 9 de octubre.
Juan Scalabrini murió el 1 de junio de 1905, solemnidad de la Ascensión. San Juan Pablo II lo proclamó beato en 1997.
La persona que soñaba con ser misionera y llevar la Palabra de Dios a todos los rincones inhóspitos del planeta, pero su obispo no se lo permitió y trabajó cultivando la semilla del Señor en el seminario y parroquia de Como (Italia), llegará a los altares el 9 de octubre en una ceremonia presidida por el Papa Francisco en la plaza San Pedro.
PATRONO DE LOS EMIGRANTES
El beato Juan Bautista Scalabrini nació en 1839 en Fino Mornasco, en el norte de Italia, y fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1863.
Con tan solo 36 años fue nombrado por Pío IX obispo de Piacenza, lo que le permitió palpar las distintas cuestiones sociales de su tiempo.
En el ejercicio de su función trabajó mucho en la formación del clero y visitó de manera periódica las 300 parroquias de la jurisdicción, dándose cuenta que el 12 por ciento de sus feligreses eran emigrantes.
En medio del final de la Revolución Industrial el futuro santo se dio cuenta que empezaba una migración masiva de los italianos, y de la importancia de la educación religiosa de los jóvenes. Por esa razón escribió un pequeño catecismo para los niños y siempre se preocupó por crear escuelas de doctrina cristiana.
BUSCADOR DE SOLUCIONES
El beato Scalabrini al ver la situación de la emigración de italianos al extranjero, quiso solucionar las causas, una de ellas la pobreza y las condiciones de vida de esos tiempos.
Se involucró profundamente en esta problemática y en 1887 fundó la Congregación de los Misioneros de San Carlos Borromeo para los emigrantes, la cual continúa en la actualidad con migrantes y refugiados en varios países del mundo.
En 1895 fundó la rama femenina, las hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo Scalabrinianas, que también empezaron a trabajar con los italianos y hoy en día están presentes en muchos países trabajando con migrantes y refugiados de todas las nacionalidades y religiones.
CARISMA
La espiritualidad de Scalabrini está enfocada en la centralidad de Jesucristo, en un gran amor por la Eucaristía, por Jesús crucificado, a quién siempre le encomendó los momentos más difíciles de su trabajo pastoral.
LABOR A FAVOR DE LOS MIGRANTES
La labor de Juan Bautista en lo que se refiere a la migración en Europa no solo fue a nivel religioso pastoral sino también a nivel político-social y científico con estudios, investigaciones y estadísticas sobre el tema.
Impulsó leyes en favor de los emigrantes, también involucró a los laicos en un trabajo de apoyo legal en los puertos de salida y llegada de personas; tuvo una visión profética sobre la migración: un fenómeno estructural de su tiempo con la revolución industrial y hoy en día con la globalización.
CAMINO A LOS ALTARES
Antes de la beatificación de Juan Bautista Scalabrini en 1997 por san Juan Pablo II, fue reconocido un milagro, la curación de una hermana scalabriniana que se encontraba en estado terminal de su enfermedad y se recuperó de manera inexplicable.
La canonización ahora se realiza con la dispensa de la práctica de reconocer el segundo milagro, como sucedió con Juan XXIII.
Francisco decidió proclamarlo santo por el testimonio de muchísimas personas que lo reconocen como padre del migrante, como obispo santo, por los muchos signos de devoción en todo el mundo.
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