"Siempre debemos volver al Señor por el amor mutuo entre Él y nosotros", asegura el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión del la lectura de hoy (Os. 14, 2-10).
Esto dice el Señor:
«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta.
Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor.
Decidle: «Tú quitas toda falta, acepta el pacto.
"Los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos."
Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión».
«Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano.
Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano.
Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto».
¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos.
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