El mandatario de Nicaragua Daniel Ortega arremetió contra la Iglesia católica a la que calificó de "ser una dictadura" y "no respectar la democracia". El gobernante este año clausuró más de 15 medios de comunicación y apresó a un obispo sin causa.
Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo son la dupla que gobierno Nicaragua.
Ni Ray Bradbury tuvo tanta imaginación en sus libros como el presidente de Nicaragua Daniel Ortega que acusó a la Iglesia católica de “ser una dictadura”, “no respetar la democracia” y querer asesinarlo.
El mandatario del país centroamericano durante un acto realizado el último jueves por el 43° aniversario de la Policía Nacional señaló que el culto “que dirige Francisco” utilizó "a sus obispos para dar un golpe de Estado" en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social. Con esta insólita incriminación Ortega buscó “justificar” la persecución que lleva desde hace cuatro años a sacerdotes, religiosas y obispos. Cabe recordar que desde hace más de un mes mantiene preso, sin justificación, al prelado de Matagalpa, monseñor Ronaldo Álvarez.
ORTEGA CUESTIONA LA JERARQUÍA ECLESIAL
El sandinista en su alocución por la conmemoración de las fuerzas públicas, se tomó unos minutos para cuestionar la “elección democrática” de las autoridades eclesiales por lo que calificó a la Iglesia de “una dictadura perfecta”: “para hablar de democracia la Iglesia debería empezar por elegir con el voto de los católicos al Papa, cardenales, obispos, sacerdotes, sino que todo es impuesto, es una dictadura, es una tiranía perfecta".
No conforme con las polémicas declaraciones, Ortega aseguró que si lo tuviese al frente a Francisco le diría que como católico no se siente representado “por el hecho que lo oímos hablar de democracia y no practican la democracia".
Monseñor Rolando Álvarez, detenido sin causa hace más de un mes.
“IGLESIA GOLPISTA”
Tratando de justificar la persecución sin precedentes que lleva contra miembros de la Iglesia y con la intención de silenciar la “voz” que defiende la dignidad de los nicaragüenses, por lo que le clausuró más de 15 medios de comunicación, Daniel tildó de "golpistas" a "algunos obispos" y los acusó de encubrir a una "banda de asesinos" que, según dijo, intentaron derrocarlo y asesinarlo en el marco de las manifestaciones antigubernamentales de hace cuatro años.
Si avergonzarse, el presidente dobló la apuesta contra la Iglesia y denunció: “algunos obispos llamaron a la gente a que me metieran plomo (balas), qué esperaban para matarme". De la tremenda acusación que dejó mudos a los fieles no presentó pruebas, pero volvió a arremeter duramente: "fueron una banda de asesinos encubierta con la Iglesia católica".
DETENIDO SIN CAUSA
El Gobierno de Nicaragua impuso una nueva querella a otro sacerdote, el quinto en septiembre, sin que haya precisado el delito que se le imputa.
En este caso, la víctima es el presbítero Óscar Danilo Benavidez, arrestado el 14 de agosto y del que aún no se explicaron los motivos de su detención.
Benavidez es el séptimo sacerdote acusado en lo que va del año, y el octavo que se encuentra bajo custodia policial, incluyendo al obispo Álvarez, quien fue sustraído por agentes policiales en la madrugada del viernes 19 de agosto, junto con otros cuatro presbíteros.
AÑO CONVULSIONADO
Esta violenta reacción de Daniel Ortega es otro capítulo de un año de extrema persecución del mandatario nicaragüense a la Iglesia.
En el transcurso de 2022 el Gobierno expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la santa Madre Teresa de Calcuta. Además, cerró medios de comunicación católicos.
Rozando el sacrilegio, también la Policía Nacional que dirige Francisco Díaz, consuegro de Ortega, entró por la fuerza y allanó una parroquia, impidiendo a los feligreses recibir la Eucaristía dentro del templo y sitiando a otros sacerdotes en sus capillas, prohibió procesiones con imágenes de los santos, entre otros.
Ortega que acusa a la Iglesia de antidemocrática u dictatorial, demuestra lo contrario en su ejercicio del poder. Parafraseando al famoso dicho, “el ladrón piensa que todos son de su condición”.
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