La Policía Nacional sacó violentamente esta madrugada de la curia episcopal de Matagalpa al obispo Rolando Álvarez. Hasta el momento se desconoce su paradero. Distintas voces en el mundo piden por su inmediata liberación.
Nicaragua vive una violencia social atroz, principalmente del Gobierno contra las Iglesia Católica y las instituciones vinculadas a ella, a tal punto que en los últimos días expulsaron del país a las Misioneras de la Caridad acusadas de “lavado de activos” y “proliferación de armas de destrucción masiva”, clausuraron más de diez medios de comunicación, prohibieron peregrinaciones y celebraciones públicas, asediaron a religiosos y mantuvieron cautivos por 15 días a un obispo y sacerdotes en la curia de Matagalpa.
En un nuevo capítulo de la persecución a la Iglesia de parte de Daniel Ortega, la Policía Nacional secuestró hoy al prelado de Matagalpa Rolando Álvarez, a quien se lo llevó por la fuerza sin informar su paradero.
Los agentes, que durante 15 días custodiaron de que nadie salga ni entre de la curia episcopal, irrumpieron a las 3 de la madrugada y sacaron violentamente del lugar a monseñor Álvarez, ocho sacerdotes y un laico.
Cientos de personas, al escuchar las campanas de la Iglesia, mientras sucedía la irrupción de las fuerzas policiales se acercaron al lugar para intentar proteger a los religiosos. Según el medio local “100% Noticias”, varios residentes vieron “salir con rumbo fuera de Matagalpa un convoy policial de al menos ocho patrullas donde iba abordo monseñor Rolando Álvarez y ocho de los acompañantes”.
Inmediatamente desde las redes sociales de la diócesis de Matagalpa publicaron: “#SOS #Urgente. A esta hora la Policía Nacional ingresó a la curia episcopal de nuestra diócesis de Matagalpa”.
Los periodistas de la redacción de CanalVida.Net intentaron comunicarse con los arzobispados de Matagalpa y Mangua, sin conseguir respuesta. Algunas fuentes consultadas indicaron que en el ceno de la Iglesia en Nicaragua la preocupación crece al no saber el paradero de los religiosos.
Durante 15 días la Policía Nacional cercó la curia episcopal donde estaba monseñor Rolando Álvarez.
MIEDO
A medida que transcurrían las horas y la noticia empezaba a recorrer el país y el mundo, comenzaron a alzarse voces para condenar la violencia contra la libertad ejercida por el régimen de Ortega.
Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, a través de su cuenta oficial de Twitter expresó su indignación y preocupación por lo que le pueda ocurrir al prelado: "condeno la cobarde y vil persecución de la dictadura de Nicaragua contra la Iglesia Católica”. Asimismo, suplicó a que “la Iglesia del mundo” ponga sus ojos en Nicaragua para denunciar lo que esta pasando. “Necesitamos la oración, la cercanía y la denuncia de toda la Iglesia, les ruego de corazón que no nos abandonen”, subrayó.
PREOCUPACIÓN DESDE EL EXTERIOR
Apenas llegó la noticia a otros países, distintas entidades religiosas y autoridades eclesiales empezaron a manifestarse, por ejemplo monseñor José Domingo Ulloa (foto, arriba), arzobispo de Panamá, clamó “por la liberación de Rolando Álvarez” y calificó su detención sin motivo como un “hecho aberrante”.
A su vez el prelado panameño, se unió a las voces que “claman por la libertad inmediata de Monseñor Rolando, y exigen se respete su dignidad como ser humano y prelado católico”.
La Conferencia Episcopal de Costa Rica, también en un comunicado se solidariza y eleva una oración “al Señor de la paz en estos momentos de dolor e incertidumbre”.
Por su parte, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, CENIDH, condenó el "asalto a la curia episcopal de Matagalpa y el secuestro criminal de Monseñor Rolando Álvarez y demás sacerdotes y laicos que le acompañaban”. “Exigimos les respeten la integridad personal y la vida", subrayaron por medio de su cuenta de Twitter.
Del mismo modo, en un mensaje por la red social del pajarito, desde el exilio el obispo auxiliar de Managua Silvio Báez expresó su dolor e indignación y condenó “el secuestro nocturno” del prelado Álvarez.
“¡Quienes lo sepan, digan dónde está mi hermano obispo! ¡Que sus secuestradores respeten su dignidad y lo liberen! De nuevo, la dictadura vuelve a superar su propia maldad y su espíritu diabólico”, escribió monseñor Báez, a quien el Vaticano retiró de Nicaragua en 2019 por las amenazas recibidas.
El arresto del prelado también mereció una condena del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro: “exigimos su inmediata libertad y las de todos los presos políticos”, tuiteó.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua.
SUCEDIÓ LO ESPERADO
En un mensaje de vídeo, Pablo Cuevas, abogado Comité Permanente de Derechos Humanos, condenó la detención de Álvarez pero dijo que no era inesperada. “Ocurrió lo que evidentemente iba a ocurrir, la detención arbitraria y abusiva de monseñor Álvarez”, afirmó.
El gobierno de Ortega persiguió sistemáticamente a las voces disidentes. Decenas de líderes políticos de la oposición fueron arrestados el año pasado, incluidos siete posibles candidatos para desafiarlo a la presidencia, y fueron condenados a prisión en juicios rápidos y cerrados al público.
A su vez el Congreso, dominado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional, ordenó el cierre de más de 1.000 organizaciones no gubernamentales, incluida la congregación de la Madre Teresa.
GÉNESIS DE UN SECUESTRO
Daniel Ortega persigue a los que no piensan como él y su esposa, y monseñor Rolando Álvarez encaja justo en este perfil.
El prelado es una voz clave en las discusiones sobre el futuro de Nicaragua desde 2018, cuando una ola de protestas contra el Gobierno llevó a una represión que dejó 355 muertos (en su mayoría jóvenes), más de 2.000 heridos y al menos 100.000 exiliados, de acuerdo con organismos de derechos humanos.
Según la versión oficial la revuelta social fue un “fallido golpe de Estado” con apoyo extranjero y de la Iglesia católica nicaragüense. La oposición sostiene que en el país hay al menos 190 “presos políticos”, pero Ortega asegura que son “delincuentes y terroristas”.
Un mes después del estallido de las protestas el pastor de Matagalpa reclamó reformas electorales que garantizaran elecciones libres, justas y transparentes con observación internacional.
El obispo mantuvo esos llamados a la democracia durante los últimos cuatro años, lo que enfureció a Ortega y a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
Días antes de las elecciones presidenciales del año pasado —en las que obtuvo un cuarto mandato consecutivo mientras sus más fuertes opositores estaban encarcelados—, Ortega acusó a los obispos de haber elaborado una propuesta política en 2018 “al servicio de los yanquis” y consideró que los prelados eran ”terroristas”.
En marzo de este año, el exgerrillero y ahora dictador expulsó al nuncio papal.
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