LA LUZ QUE ROMPE EL LODO: POR QUÉ LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA PUEDE CAMBIAR UNA VIDA EN UN SOLO MINUTO
- Canal Vida
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La Adoración Eucarística no es para perfectos: es para quienes se sienten rotos, cansados y lejos de Dios. Un sacerdote revela por qué acercarse al Santísimo en medio del pecado puede cambiarlo todo… incluso cuando creemos que no merecemos su mirada.

En un mundo que corre, grita y exige, hay un lugar donde todo se detiene. Un lugar donde el alma vuelve a respirar, donde la culpa deja de aplastar y donde el corazón descubre que, aun cubierto de lodo, sigue siendo amado.
Ese lugar es la Adoración Eucarística, y lejos de ser un “lujo espiritual para santos”, es —como explica el padre Pablo Fernández-Martos— una necesidad urgente para los que están rotos, cansados o heridos por el pecado.
En el podcast Mantita y Fe, el sacerdote advierte una verdad incómoda: el diablo siempre intenta que huyamos de Dios cuando más lo necesitamos. Como Adán y Eva escondidos detrás de los árboles, creemos que después de fallar debemos escondernos. Pero la fe auténtica dice lo contrario.
“Cuando peco —explica el padre—, lo que debo hacer es sacar a Cristo, besarlo, mirarlo y decirle: ‘Señor, desde el lodo de mi pecado solo sé que me amas’”.
Esta frase, sencilla y brutal, revela el corazón de la Adoración Eucarística: no vamos para demostrar que somos buenos… vamos porque Él es bueno. Y su misericordia es más grande que nuestras miserias acumuladas.
Arrodillarse ante el Santísimo no es un acto teatral. Es un grito silencioso. Es confesar, como el publicano del Evangelio: “Señor, ten piedad de mí, pecador”. Es rendirse ante un Amor que no humilla, sino que restaura. Que no acusa, sino que abraza. Que no pregunta por qué caíste, sino si estás dispuesto a levantarte.
La Adoración Eucarística —insiste el padre Fernández-Martos— transforma la vida diaria porque nos devuelve la verdad que olvidamos: Dios no nos espera limpios… nos limpia cuando llegamos.
Y en ese silencio, ante esa pequeña Hostia, el alma descubre lo que el mundo nunca podrá ofrecer: paz, perdón y un amor que nunca se cansa de empezar de nuevo.





