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La Iglesia, fuente de libertad

"Los bautizados somos liberados de la esclavitud del pecado", asegura el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión de la primera lectura del día (Gál. 4, 22-24. 26-27. 31 – 5, 1).
 

Hermanos:

Está escrito que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava

y otro de la libre; pero el hijo de la esclava nació según la carne

y el de la libre en virtud de una promesa.


"No dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud."

Estas cosas son una alegoría: aquellas representan dos alianzas.

Una, la del monte Sinaí, engendra para la esclavitud, y es Agar.


En cambio, la Jerusalén de arriba es libre; y esa es nuestra madre.

Pues está escrito: «Alégrate, estéril, la que no dabas a luz,

rompe a gritar de júbilo, la que no tenías dolores de parto,

porque serán muchos los hijos de la abandonada;

más que los de la que tiene marido».


Así, pues, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Para la libertad nos ha liberado Cristo.


Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud.

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