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Entre el cielo y el infierno: Maradona, el eterno dios de barro

Un recorrido por la vida de Diego Armando Maradona en su nuevo cumpleaños, en el que su legado y contradicciones siguen más vigentes que nunca.
 

Diego Maradona, la leyenda en una pared de Fiorito (Buenos Aires), el barrio que lo vio nacer.


No hay duda de que Diego Armando Maradona (30/10/1960-25/11/2020) tocó el cielo con sus propias manos. Su genialidad en el campo de fútbol lo convirtió en una leyenda viva, un faro de inspiración para millones. Pero como toda estrella que brilla con intensidad, “pelusa” también conoció la oscuridad, el abismo personal y la soledad.


Las adicciones se convirtieron en una sombra constante en su vida. Ese mismo genio que deslumbraba en el césped, luchaba contra demonios internos fuera de él. Las adicciones, sin embargo, no lograron opacar su talento, pero sí dejaron huellas imborrables en su vida y en quienes lo rodeaban.

 
 
RESILIENCIA Y RENACIMIENTO

La historia de “el Diego” no es solo de caídas, sino también de ponerse de pie.


En su viaje personal, encontró la manera de renacer de sus propias cenizas. Cada tropiezo, cada noticia alarmante sobre su salud, era contrarrestada por un Diego que se mostraba resiliente, con ganas de seguir adelante, de continuar siendo el ícono que todos esperaban que fuera.

 
 
VALORES

A pesar de sus contradicciones, aquel que brilló en el club italiano de Napoli (1984-1991) siempre mostró una fuerte inclinación hacia los valores cristianos. Ayudar a los suyos, estar al lado de los más necesitados, eran características intrínsecas en su personalidad.


No obstante, esta devoción hacia el prójimo chocaba, en ocasiones, con actitudes violentas e intolerantes. Maradona, en su complejidad, representaba las contradicciones propias del ser humano: un ser capaz de la máxima generosidad y también de los impulsos más destructivos.


La vida juntó a dos de lo mejores jugadores del fútbol de la historia: Diego Armando Maradona (der.) y Lionel Messi (izq.). También un guiño del destino quiso que hoy, en el cumpleaños del eterno "10", el actual capitán de la selección Argentina gane su octavo balón de oro que se lo dedicó a "pelusa" "donde quieras que estes".


EL DIOS DE BARRO

Como bien lo definía el escritor uruguayo Eduardo Galeano, Maradona fue un “dios de barro”. Brillante y terrenal a la vez.

 
 

Su talento era divino, pero sus debilidades, completamente humanas. Un dios, sí, pero el “dios más pecador”, que vivió y murió con las mismas pasiones, miedos y esperanzas que cualquier otro mortal.


En esta conmemoración de su cumpleaños, no podemos más que recordarlo en toda su complejidad, agradecidos por sus momentos de gloria y comprensivos ante sus sombras. Porque si algo enseñó Maradona, es que incluso las más grandes leyendas tienen un corazón vulnerable.

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