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EL SANTO QUE DERROTÓ A LA MUERTE: EL ÚLTIMO EXORCISMO DE SAN CIPRIANO

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 31 oct
  • 4 Min. de lectura
Fue hechicero, sirvió al mal y desafió al mismísimo demonio… pero terminó venciendo a la oscuridad con la luz de la cruz. La historia real de san Cipriano demuestra que ningún pacto con las tinieblas puede resistir al poder de Dios.
San Cipriani
En la penumbra de una iglesia antigua, san Cipriano —el mago que desafió al infierno— aparece iluminado por la llama de su conversión. El hechicero que dominó las sombras encontró, al fin, la luz eterna de Cristo.

Mucho antes de ser venerado como santo, Cipriano era conocido en todo el Oriente como un poderoso hechicero. Nacido en Antioquía hacia el siglo III, fue iniciado en los misterios del paganismo desde niño. Aprendió artes oscuras en los templos de Grecia, Egipto y Caldea, lugares donde se adoraban espíritus que prometían poder, riqueza y conocimiento a cambio del alma.


Las crónicas antiguas relatan que había alcanzado un dominio asombroso sobre los conjuros, los venenos y los pactos infernales. Se decía que los demonios acudían a su llamado y que podía invocar tormentas o detener el viento. Su nombre se pronunciaba con miedo.

Hasta que un día, la oscuridad se encontró con algo que no podía vencer.







LA JOVEN QUE NO TEMIÓ AL DEMONIO

En la ciudad vivía una joven llamada Justina, hija de un sacerdote pagano que había abrazado el cristianismo. Cuando un rico pretendiente, llamado Agladio, se enamoró de ella y fue rechazado, recurrió al temido mago Cipriano para hechizarla.


El brujo aceptó el desafío: realizó sacrificios, recitó invocaciones y envió demonios para atormentarla. Pero, según cuenta la tradición, cada vez que los espíritus se acercaban a Justina, eran repelidos por el signo de la cruz y sus oraciones al nombre de Jesús.


Cipriano, enfurecido, intentó los más poderosos encantamientos. Nada funcionó. Las fuerzas que había servido toda su vida huían ante una simple joven que rezaba el Rosario. Entonces, por primera vez, el hechicero comenzó a dudar del poder de las tinieblas.

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LA CONVERSIÓN QUE HIZO TEMBLAR AL INFIERNO

Desesperado, Cipriano invocó al mismísimo demonio, exigiéndole una explicación. La respuesta lo estremeció:—“No puedo nada contra ella, porque está marcada por el signo de Aquel que venció en la cruz”.


Esa noche, el mago comprendió lo que ni siglos de ocultismo le habían revelado: el verdadero poder no estaba en los conjuros, sino en Cristo. Rompió sus grimorios, destruyó sus ídolos y, al amanecer, se presentó ante el obispo de Antioquía para pedir el bautismo.


Los demonios —dicen los textos antiguos— rugieron de ira. Cipriano, sin embargo, encontró una paz que nunca había conocido. Fue ordenado sacerdote y más tarde obispo. Su vida, antes dedicada a servir al mal, se transformó en una continua batalla por liberar a otros de las trampas del enemigo.


San Cipriano
San Cipriano, el mago que desafió al infierno y fue vencido por la cruz. En esta escena, su conversión rompe los lazos del ocultismo y enciende la luz de Cristo sobre las tinieblas del mundo antiguo.
EL ÚLTIMO EXORCISMO

Cuando la persecución contra los cristianos se desató bajo el emperador Diocleciano, Cipriano no huyó. Junto a santa Justina —aquella joven que había sido su instrumento de conversión— fue arrestado, torturado y finalmente decapitado.


Antes de morir, pronunció una oración que los antiguos llamaron “su último exorcismo”: “Señor, que me sacaste de las tinieblas, no permitas que los demonios vuelvan a engañar a los tuyos. Que el fuego que hoy me consume purifique al mundo de toda mentira”.


La espada cayó. Y en ese instante, según los testigos, un perfume llenó el aire. El mago había muerto… pero el santo había nacido.

Pedro Kriskovich
DEL OCULTISMO A LA LUZ

El nombre de San Cipriano fue venerado en toda Europa como símbolo del poder de la conversión. Su figura se convirtió en una advertencia contra las prácticas esotéricas y supersticiones que, siglos después, revivirían bajo nombres modernos: espiritismo, brujería, tarot, adivinación.


Su ejemplo fue la antítesis de Halloween. Mientras el mundo celebra la oscuridad y se disfraza de muerte, San Cipriano eligió enfrentarse a las tinieblas con el arma más sencilla y temible: la fe.


Hoy, su historia resuena con fuerza entre los jóvenes que buscan sentido en un mundo saturado de miedo y vacío espiritual. Su vida enseña que no existe magia más poderosa que la gracia de Dios, ni conjuro que pueda resistir a una sola oración hecha con el corazón.



UN GRITO DESDE LA ETERNIDAD

El santo que fue mago, el hechicero que se arrodilló ante la cruz, sigue recordándonos que la verdadera victoria no está en dominar las sombras, sino en dejar que la luz de Cristo las disuelva.


San Cipriano no solo derrotó a los demonios. Derrotó al miedo, al orgullo y a la muerte misma. Porque quien se entrega a Dios… nunca vuelve a temer a la oscuridad.



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