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EL PADRE QUE ENTREGÓ SU VIDA POR SU HIJO

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 1 hora
  • 3 Min. de lectura
Un padre común, un hijo vulnerable y una decisión final que estremeció a todos. La Iglesia estudia si este hombre murió como vivió: entregándolo todo. En Navidad, su historia vuelve a iluminar el misterio silencioso de San José.
Tom Vander Woude camino a la santidad
Tom junto a sus hijos.

En Navidad, el mundo vuelve a mirar un pesebre: un Niño indefenso, una Madre silenciosa y un Padre que no pronuncia una sola palabra… pero lo entrega todo. San José no habló, no predicó, no dejó frases memorables. Protegió. Cuidó. Se desgastó en silencio.


Diecisiete siglos después, en Estados Unidos, la Iglesia Católica investiga una historia que parece escrita con la misma lógica del Evangelio vivido en casa. La historia de Tom Vander Woude, un padre que murió para que su hijo viviera.







EL DÍA EN QUE EL AMOR SE VOLVIÓ RESPIRACIÓN

Era el 8 de septiembre de 2008. En una granja de Virginia, Joseph Vander Woude —un joven con síndrome de Down— cayó dentro de un tanque séptico de más de dos metros de profundidad. El suelo cedió. Los gases tóxicos comenzaron a llenar el espacio. La asfixia era inminente.


Habría muerto solo, en la oscuridad, si su padre no hubiera hecho lo impensado.


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“TIRA TÚ, YO EMPUJO”: LAS ÚLTIMAS PALABRAS

Tom no dudó. Se lanzó al tanque. Empujó a su hijo hacia la superficie con sus últimas fuerzas. Mientras los pulmones se le llenaban de gases venenosos, gritó al peón agrícola que intentaba ayudar: “¡Tira tú, yo empujo!”.


Sostuvo a Joseph hasta perder la conciencia. Cuando los equipos de emergencia lograron sacarlos, el hijo estaba vivo. Tom ya había muerto.


Tom Vander Woude camino a la santidad
Piloto y marido, agricultor y amante de su familia.

UNA MUERTE QUE LA IGLESIA LLAMA SACRIFICIO

No fue un accidente más. No fue una tragedia anónima. Hoy, diecisiete años después, la Diócesis de Arlington, en Virginia, investiga oficialmente su causa de canonización.


Desde 2017, la Iglesia reconoce un nuevo camino hacia la santidad: la muerte sacrificial por amor, cuando alguien entrega la vida conscientemente para salvar a otro. Tom encaja, dolorosamente, en esa definición.



EL FUNERAL QUE REVELÓ UNA VIDA OCULTA

Más de 1.500 personas asistieron a su Misa de funeral. Hubo más de 75 sacerdotes, más de 60 monaguillos y un obispo presente. No porque fuera famoso. Sino porque su vida había hablado sin hacer ruido durante décadas.


Quienes lo conocieron lo definen con una frase precisa: “era un hombre común con una fe extraordinaria”.


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UN SAN JOSÉ DEL SIGLO XXI

Tom era un “personaje a lo san José”. Tranquilo. Alegre. Servicial. Nacido en Dakota del Sur, se casó con su novia del secundario, Mary Ellen, y formó una familia numerosa: siete hijos, 39 nietos y 11 bisnietos. Uno de sus hijos es sacerdote.


Era piloto naval, piloto comercial, agricultor. Siempre ocupado. Y, sin embargo, siempre de rodillas al final del día.



ROSARIO, MISA Y SILENCIO FIEL

Rezaba el Rosario todos los días. Asistía con frecuencia a Misa diaria. Hacía una Hora Santa semanal de madrugada, entre las 2 y las 3 de la mañana, adaptando su vida espiritual a los horarios imposibles de los vuelos.


No predicaba con palabras. Predicaba con hábitos. Como san José.


Tom Vander Woude camino a la santidad
Tom y su hijo Joseph, a quien salvo entregando su vida.

SACAR A JOSEPH DEL BANCO

Tom nunca dejó a su hijo Joseph al margen. Si la fisioterapia exigía arrastrarse por el piso, él se arrastraba con su niño. Si entrenaba un equipo juvenil de básquet, exigía que Joseph pudiera jugar, no mirar desde el banco.


“Papá siempre sacaba a Joseph del banco y lo llevaba al juego”, recordó uno de sus hijos. En la cancha y en la vida.



LA PROVIDENCIA QUE SIGUIÓ ESCRIBIENDO

Joseph sobrevivió. Hoy cuida a su madre anciana en la granja familiar. La acompaña, le abre la puerta, la sostiene del brazo. Como antes lo hacía Tom con él.


“Es imposible no ver la providencia de Dios”, dicen sus hermanos.


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NAVIDAD Y LA SANTIDAD QUE NO HACE RUIDO

Tom nunca buscó hacer algo extraordinario. Repetía una frase simple: “Hacé lo correcto”. Y eso fue todo.


Por eso su historia conmueve especialmente en Navidad. Porque antes del Niño Dios hubo un Padre silencioso. Porque la santidad no siempre brilla, pero siempre protege.


Tal vez algún día la Iglesia lo llame santo. Pero, para muchos, Tom Vander Woude ya vivió como san José: dando la vida sin pedir aplausos.

EL PADRE QUE ENTREGÓ SU VIDA POR SU HIJO

EL PADRE QUE ENTREGÓ SU VIDA POR SU HIJO




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