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El mal no es gratis, tiene consecuencias

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 13 jun 2022
  • 2 Min. de lectura
"Cuando cristiano escoge vivir con Cristo, elige buscar el bien", señala el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión de la primera lectura de hoy (Re. 21, 1-16).


Por aquel tiempo, Nabot de Yezrael tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria.

Ajab habló a Nabot diciendo: «Dame tu viña para que pueda tener un huerto ajardinado, pues está pegando a mi casa; yo te daré a cambio una viña mejor, o, si te parece bien, te pagaré su precio en plata».


Nabot respondió a Ajab: «Dios me libre de cederte la herencia de mis padres». Se fue Ajab a su casa abatido y enfadado por la respuesta que le había dado Nabot de Yezrael: «No te cederé la heredad de mis padres».


Se postró en su lecho de cara a la pared y se negó a comer. Jezabel, su mujer, se le acercó y le dijo: «¿Qué te pasa que estás entristecido y no comes alimento alguno?».


El le respondió: «Hablé con Nabot de Yezrael y le propuse: “Véndeme tu viña por su valor en plata, o, si lo prefieres, te daré otra viña a cambio”; pero él me contestó: “No te cederé mi viña”».


Jezabel, su mujer, le replicó: «¡Ya es hora de que ejerzas el poder regio en Israel! Levántate, come y se te alegrará el ánimo. Yo misma me encargo de darte la viña de Nabot de Yezrael».


Escribió cartas con el nombre de Ajab y las selló con el sello de él, enviándolas a los ancianos y notables que vivían junto a Nabot.


"Lo sacaron fuera de la ciudad y lo lapidaron a pedradas hasta que murió."

En las cartas escribió lo siguiente: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot al frente de la asamblea. Frente a él sentad a dos hombres hijos de Belial que testifiquen en su contra diciendo: “Tú has maldecido a Dios y al rey”. Entonces lo sacaréis fuera y lo lapidaréis hasta que muera».


Los hombres de la ciudad, los ancianos y notables que vivían junto a Nabot en su ciudad, hicieron tal como Jezabel les ordenó según lo escrito en las cartas remitidas a ellos. Así proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot al frente de la asamblea.


Llegaron los dos hombres hijos de Belial, se sentaron frente a él y testificaron contra él diciendo: «Nabot ha maldecido a Dios y al rey».


Lo sacaron fuera de la ciudad y lo lapidaron a pedradas hasta que murió.


Enviaron a decir a Jezabel: «Nabot ha sido lapidado y está muerto».


En cuanto Jezabel oyó que Nabot había muerto lapidado, dijo a Ajab: «Levántate y toma posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael, el que se negó a vendértela por su valor en plata, pues Nabot ya no está vivo, ha muerto».


Apenas oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot, el de Yezrael, para tomar posesión de ella.

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