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Dar fe a la palabra de Dios

"Debemos poner nuestra seguridad en el Señor, más allá de nuestras dudas", aseguró el padre Rafael de Tomás Ferrer sobre la primera lectura de hoy ( Re. 17, 7-16). "Necesitamos escuchar la palabra de Dios y creerla de verdad", subrayó.
 

En aquellos días, se secó el torrente donde estaba escondido Elías, pues no hubo lluvia sobre el país.


La palabra del Señor llegó entonces a Elías diciendo: «Levántate, vete a Sarepta de Sidón y establécete, pues he ordenado a una mujer viuda de allí que te suministre alimento».


Se alzó y fue a Sarepta. Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía por allí leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor, y beberé».


Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle: «Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan».


“La orza de harina no se vaciará la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra”

Ella respondió: «Vive el Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en Ja alcuza. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo comeremos y luego moriremos».


Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra”».


Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.


Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.

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