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Alejarse de Dios acerca al pecado

"No podemos obviar la palabra del Señor, lo que nos enseñó a vivir, porque si nos desviamos de ahí nos perdemos", asegura el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión de la primera lectura de hoy (Jer. 26. 1-9).
 


Al principio del reinado de Joaquín, hijo de Josías y rey de Judá, el Señor le habló a Jeremías: "Esto dice el Señor: 'Ve al atrio del templo y diles a todos los habitantes de Judá que entran en el templo para adorar al Señor, todas las palabras que yo te voy a ordenar; sin omitir ninguna. A ver si las escuchan y se convierten de su mala vida, y me arrepiento del castigo que he pensado imponerles a causa de sus malas acciones'.


"Este hombre debe morir, porque ha profetizado en nombre del Señor que este templo será como el de Siló, y que esta ciudad será destruida y quedará deshabitada."

Diles, pues: 'Esto dice el Señor: Si no me obedecen, ni cumplen la ley que he dado, ni escuchan las palabras de mis siervos los profetas, que sin cesar les he enviado y a quienes ustedes no han escuchado, entonces yo trataré a este templo como al de Siló, y haré que esta ciudad sirva de escarmiento para todos los pueblos de la tierra'".


Los sacerdotes, los profetas y el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en el templo del Señor. Y cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado, los sacerdotes y los profetas lo apresaron, diciéndole al pueblo: "Este hombre debe morir, porque ha profetizado en nombre del Señor que este templo será como el de Siló, y que esta ciudad será destruida y quedará deshabitada". Entonces la gente se amotinó contra Jeremías en el templo del Señor.

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