De las sombras de la cárcel a la gloria continental, un testimonio de fe y superación.
"Maravilla" Martínez, una historia en la que se ve la presencia de Dios.
En el histórico marco de "La Nueva Olla", Racing Club levantó ayer la Copa Sudamericana tras un contundente triunfo 3-1 sobre Cruzeiro. Entre los héroes del partido destacó Adrián "Maravilla" Martínez, autor de uno de los goles decisivos, goleador del torneo con 10 anotaciones y símbolo de una historia de redención que inspira. Para él, este título no solo corona su carrera, sino también su fe inquebrantable en Dios, que le cambió la vida en los momentos más oscuros.
De la prisión a los altares del fútbol
La vida de Adrián Martínez no siempre estuvo marcada por los festejos. En 2014, cuando tenía 22 años, fue arrestado injustamente tras un violento incidente en su barrio en Campana. Su hermano, Braian, había sido baleado y él fue acusado de represalias que no cometió. "Pasé siete meses preso en la Unidad 21 de Campana, un lugar donde la vida vale poco. Ahí entendí que solo Dios podía salvarme", relató el delantero que en Paraguay vistió los colores de Sol de América, Libertad y Cerro Porteño.
En la cárcel encontró refugio en la fe. Invitado por otros presos, se acercó a la Iglesia y descubrió el poder transformador del Evangelio. Un versículo lo marcó para siempre: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa" (Hechos 16:31).
Desde entonces, su vida tomó un rumbo inesperado. “Le pedí a Dios una oportunidad y prometí que si me ayudaba a salir, dedicaría mi vida al fútbol y perdonaría a los que me hicieron daño”, recordó.
"Cuando Dios te da una segunda oportunidad, es tu deber aprovecharla y compartir su amor con los demás". – Adrián "Maravilla" Martínez
La fe que abrió las puertas del fútbol
Tras recuperar su libertad, enfrentó un desafío mayor: empezar una carrera futbolística sin haber pasado por las divisiones inferiores.
En 2015, se probó en Defensores Unidos de Zárate (CADU), un club de la Primera C. A pesar de su falta de experiencia, su talento y determinación lo hicieron destacar rápidamente. “Cuando le conté al técnico que venía de la cárcel, me miró fijo y me dijo: ‘Lo importante es cómo juegues aquí’. Esa confianza me cambió la vida”, contó
En CADU marcó 34 goles en 73 partidos, iniciando un ascenso meteórico que lo llevó a clubes como Atlanta, Sol de América y Libertad. Fue en Paraguay donde su apodo, "Maravilla", se transformó en una marca registrada, pero él lo atribuye a algo más grande: “Dios hizo una maravilla en mi vida”.
Un goleador que predica con el ejemplo
Desde su llegada a Racing en enero de este año, Martínez no dejó de hablar sobre cómo su fe guía cada paso. En los entrenamientos, siempre lleva consigo una Biblia, y en los partidos, nunca entra al campo sin rezar. "Mi vida es un testimonio de que con Dios todo es posible. Cuando beso el césped antes del pitazo inicial, estoy agradeciendo por cada oportunidad", aseguró.
Sus compañeros destacan su humildad y generosidad. “Es el primero en animarnos cuando las cosas no salen bien. Su historia y su fe nos inspiran a dar siempre lo mejor”, dice Maximiliano Salas, quien asistió a Martínez en el gol que aseguró la victoria de Racing en la final.
Brazos extendidos en el festejo del segundo gol ante Cruzeiro.
El legado de Maravilla
Más allá de los goles y títulos, Adrián Martínez deja una huella que trasciende el deporte. En sus tiempos libres, visita cárceles y barrios humildes para compartir su historia con jóvenes en situaciones vulnerables. “Mi objetivo no es solo jugar al fútbol, sino devolver lo que Dios me dio. Si mi testimonio puede cambiar una vida, entonces todo habrá valido la pena”, reflexionó.
Hoy, mientras Racing celebra un título esperado por más de tres décadas, Maravilla Martínez es el rostro de una victoria que combina talento, esfuerzo y fe. Su historia demuestra que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz al final del camino.
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