"La muerte es amarga y solo el Señor nos libra de ella", asegura el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión de la primera lectura de hoy (Is. 26, 7-9. 12. 16-19).
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Señor, en la angustia acudieron a ti, susurraban plegarias cuando los castigaste.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden ¡a justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Señor, en la angustia acudieron a ti,
susurraban plegarias cuando los castigaste.
Como la embarazada cuando le llega el parto
se retuerce y grita de dolor,
así estábamos en tu presencia, Señor:
concebimos, nos retorcimos, dimos a luz… viento;
nada hicimos por salvar el país,
ni nacieron habitantes en el mundo.
¡Revivirán tus muertos,
resurgirán nuestros cadáveres,
despertarán jubilosos los que habitan en el polvo!
Pues rocío de luz es tu rocío,
que harás caer sobre la tierra de las sombras.
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