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“Quien acoge a un necesitado hace un acto de fe porque reconoce a Jesús en el hermano”

Francisco recibió a 2500 peregrinos eslovacos, a quienes agradeció por su solidaridad con el pueblo ucraniano.

 


“Llevo en el corazón nuestros encuentros del pasado septiembre”, aseguró el Santo Padre en el inicio de su alocución en el aula magna Paulo VI ante 2500 eslovacos que llegaron hasta el Vaticano para agradecerle la visita que realizó el año pasado.


En los últimos meses familias, parroquias e instituciones eslovacas recibieron bajo su techo a mamás con niños de familias ucranianas obligadas a separarse para salvarse, llegadas con su pobre equipaje. “Al mirarlos a los ojos, ustedes son testigos de cómo la guerra hace violencia a los lazos familiares, priva a los hijos de la presencia del papá, de la escuela, y deja a los abuelos en el abandono”, señaló el Papa, y los animó a “seguir rezando y trabajando por la paz, que se construye en nuestra vida de cada día, también con estos gestos de caridad acogedora”.



Prosiguiendo su discurso, el pontífice evidenció la solidaridad del pueblo eslovaco que se extiende “no sólo con sus hermanos vecinos, sino también con los que están lejos, como los de Cuba”. Y subrayó que quien acoge a un necesitado “no sólo hace un acto de caridad, sino también de fe, porque reconoce a Jesús en el hermano”.


Finalmente, agradeciéndoles por su fidelidad a Cristo, se dirigió a Nuestra Señora de los Siete Dolores, patrona de Eslovaquia: "que sea para ustedes la Mamá que los acompaña siempre en el camino y les enseña a consolar y a llevar esperanza. Esa esperanza que no defrauda y que tiene un nombre: Cristo resucitado. ¡Christos voskrese!”.

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