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  • Foto del escritorCanal Vida

Pedido de perdón en el fin del mundo

Francisco, en su último día en Canadá, visitó la región ártica donde se reunió con la comunidad Inuit para pedirle disculpas "por el mal que cometieron católicos" en las escuelas residenciales que contribuyeron a políticas de asimilación cultural y desvinculación. "Eso reavivó en mí la indignación y la vergüenza", resaltó. —VIDEO DISCURSO—
 

El viaje de reconciliación del Papa Francisco a Canadá, donde durante seis días tendió puentes entre la Iglesia y los pueblos originarios a quienes les pidió perdón por el “horror” cometido en “por católicos” en las escuelas residenciales, finalizó ayer en las inmediaciones del Ártico en el territorio Nunavut ante el pueblo inuit.


Alrededor de las 15 (hora local) el Santo Padre arribó a Iqaluit, localidad a 1890 kilómetros de Quebec —desde donde provenía— de 7.500 habitantes que no posee semáforos y solo se puede acceder vía aérea en los siete meses de nieve intensa, donde fue recibido por miembros de la comunidad nativa, con quienes más tarde, antes del discurso ante los pobladores, mantuvo una reunión privada de la que participaron víctimas de abuso en las escuelas residenciales católicas, a quienes les pidió perdón por las atrocidades que vivieron.


Esa política, en vigor desde finales del siglo XIX hasta 1970, tenía el propósito de separar a los niños de sus culturas indígenas e integrarlos de manera forzada a la sociedad canadiense, de religión cristiana.




“LA VALENTÍA DE COMPARTIR GRANDES SUFRIMIENTOS”

Ante alrededor de 4.000 personas reunidas en la plaza y después de diferentes expresiones culturales ancestrales, el Papa en su alocución revivió “la indignación y la vergüenza” que lo acompaña desde hace meses al escuchar lo que los ex alumnos de las escuelas residenciales narraron, en el encuentro anterior, resaltando y agradeciéndoles por haber tenido “la valentía de decir, compartiendo grandes sufrimientos”.


“Estoy muy apenado y quiero pedir perdón por el mal que cometieron no pocos católicos que en esas escuelas contribuyeron a políticas de asimilación cultural y desvinculación”, expresó con dolor el vicario de Cristo.



Asimismo, resaltó que le rondó por su cabeza un testimonio de un anciano que describió la belleza del clima que reinaba en las familias indígenas antes de la llegada del sistema de las escuelas residenciales: “comparaba esa época en la que abuelos, padres e hijos estaban juntos en armonía, con la primavera, cuando los pajaritos cantan felices alrededor de la mamá. Pero de repente el canto se detuvo, las familias fueron disgregadas, se llevaron a los pequeños lejos de su ambiente; el invierno descendió sobre todo”.



DIOS DA LUZ AL DOLOR

Discurso del Santo Padre en Iqaluit.


En el “largo” atardecer en Iqaluit el sucesor de Pedro en su discurso uso la imagen del “qulliq”, la tradicional lámpara de aceite que utilizan las poblaciones árticas para dar luz durante las largas noches invernales, difundir calor, resistir al rigor del clima y esencial para vivir, como símbolo de vida para vencer a la oscuridad: “estamos aquí con la voluntad de recorrer juntos un camino de sanación y de reconciliación que, con el auxilio del Creador, nos ayude a dar luz sobre lo sucedido y a superar ese pasado oscuro”.


“También hoy permanece como un bellísimo símbolo de vida, de un vivir luminoso que no se rinde ante la oscuridad de la noche. Así son ustedes, un testimonio perenne de la vida que no se apaga, de una luz que resplandece y que ninguno logra sofocar”, destacó.




IMPORTANCIA DE SER LIBRE

En otro pasaje de su alocución el Pontífice habló sobre la importancia de la libertad del ser humano e indicó “que no es hacer todo lo que me parece y me gusta”, por el contrario, enfatizó que “es hacer por los otros”, por el prójimo; al tiempo que destacó que “no es un total arbitrio, sino responsabilidad”.


“La libertad es el don más grande que nuestro Padre celestial nos dio junto con la vida””, subrayó.



PEREGRINAJE PENITENCIAL

La visita puso fin a una gira diseñada específicamente para dar al Pontífice la oportunidad de presentar sus disculpas a generaciones de pueblos originarios por los abusos e injusticias que sufrieron, y garantizarles su compromiso de ayudarlos a reconciliar su relación con la Iglesia católica.


Durante los seis días que duró el “peregrinaje penitencial” —como lo llamo Francisco— visitó Edmonton, Quebec e Iqaluit, donde concluyó el viaje.


Las disculpas del Papa para algunas víctimas sobrevivientes ayudarán a su sanación, y otras aseguraron necesitan más acciones para corregir errores del pasado y hacer justicia, ya que no son suficientes, a lo que el Santo Padre adhirió en el primer encuentro en Canadá y destacó que el perdón “es el primer paso”.



(Fotografías: Vatican Media)

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