“Nadie se Pierde para Siempre”: El Ángelus que Conmovió al Mundo
- Canal Vida

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En el Día de los Difuntos, el Papa León XIV estremeció la Plaza San Pedro con un mensaje que desafía la muerte: “Dios no quiere perder a nadie”. Conmovió al mundo al recordar que en la memoria de Cristo, nadie desaparece.

En una mañana de otoño en la plaza de San Pedro, ante miles de fieles, el Papa León XIV volvió a pronunciar una de esas frases que quedan grabadas en el alma: “Dios no quiere perder a nadie. Cada persona tiene su lugar en la eternidad”.
Con voz serena y mirada encendida por la fe, el Pontífice habló del misterio de la vida y la muerte como solo un pastor puede hacerlo: desde el corazón. “Cada ser humano —dijo— es un mundo entero, y cuando uno muere, parece que se apaga un universo. Pero en Cristo, todo resucita”.
León XIV recordó, durante el Ángelus, que la memoria de los difuntos no es mirar hacia atrás, sino mirar hacia adelante: hacia el cielo prometido. “Jesús —explicó— es la voz que viene del futuro, la que llama a cada uno por su nombre y lo rescata del olvido”.

El Papa habló también de la fragilidad de la memoria humana, de los rostros que el tiempo borra y los nombres que se pierden en el viento, pero aseguró que “en la memoria viva de Dios, nadie desaparece”. “Recordar a nuestros muertos —concluyó— no es nostalgia: es un acto de esperanza”.
En un mundo donde la muerte suele ser negada o temida, sus palabras resonaron como un rayo de luz en medio de la niebla. En el Día de los Difuntos, León XIV devolvió al mundo un mensaje que atraviesa siglos: la muerte no es el final… es el principio del abrazo eterno.
“Jesús nos prepara un lugar —dijo el Papa—. Y cuando lo encontremos, ya no habrá lágrimas, solo plenitud”.









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