Francisco ofició la misa del clausura del XXVII Congreso Eucarístico Nacional que se desarrolló del 22 al 24 de septiembre en Matera. "Debemos volver a Jesús, porque vence a la muerte y renueva siempre nuestra vida", subrayó.
Matera fue visita por un Papa después de 31 años. El último que estuvo en la ciudad fue san Juan Pablo II.
El Papa celebró esta mañana en Matera (Italia) la misa de clausura del XXVII Congreso Eucarístico Nacional —desarrollado del 22 al 24 de septiembre— en la que reflexionó sobre el Evangelio de hoy (Lc. 16, 19-31) del hombre rico y el pobre, en la que destacó que Dios pide amar al prójimo.
En esa línea el Sumo Pontífice describió que “la Eucaristía nos recuerda la primacía del Señor”, y el “hombre rico” en esa circunstancia que narra las Sagradas Escrituras no está abierto a una relación con Él porque se adora a sí mismo, en satisfacer sus necesidades; por eso se lo llama “hombre rico”, porque perdió su nombre, su identidad.
Asimismo, expresó su tristeza cuando actualmente se juzgan a las personas por lo que tienen u ostentan: “es la religión del tener y del parecer, que a menudo domina la escena de este mundo, pero que al final nos deja con las manos vacías”.
PONER A JESÚS EN EL CENTRO
El Congreso Eucarístico que se desarrolló del 22 al 24 de septiembre tuvo como tema “Volver al gusto del pan. Por una Iglesia eucarística y sinodal”.
En la lectura de san Lucas, el pobre tiene nombre, Lázaro, que significa “Dios Ayuda”, a diferencia del “Hombre rico” que no tiene identidad.
Aquí, Lázaro, a pesar de su condición de pobreza y marginación puede mantener su dignidad intacta porque vive en relación con Dios, quien es “la esperanza inquebrantable de su vida”, aseguró Francisco.
Es por eso que el desafío permanente que la Eucaristía ofrece es adorar a Dios y no al yo, poner primero en el centro al Señor, para recordar que todo lo demás es un regalo de su amor. “Porque si nos adoramos a nosotros mismos, morimos en la asfixia de nuestro pequeño yo; si adoramos las riquezas de este mundo, se apoderan de nosotros y nos hacen esclavos; si adoramos al dios de la apariencia y nos embriagamos en el despilfarro, tarde o temprano la vida misma nos pedirá la cuenta”, señaló el sucesor de Pedro.
REDESCUBRIR
El Obispo de Roma sostuvo que el ser humano no es lo que posee, ni los éxitos y fracasos, sino que es “un hijo amado hijo amado, bendecido por Dios”.
“Recordemos esto: el que adora a Dios no se convierte en esclavo de nadie. Redescubramos la oración de adoración: nos libera y nos devuelve nuestra dignidad de hijos”, manifestó.
Del encuentro participaron unos 800 delegados llegados de 166 diócesis italianas, además de 80 obispos que reflexionaron sobre la centralidad de la Eucaristía.
LA MISMA HISTORIA
Las injusticias, desigualdades, los recursos de la tierra injustamente repartidos, los abusos de los poderosos contra los débiles, la indiferencia ante el grito de los pobres, no pueden dejarnos indiferentes, pero la historia del Evangelio se repite nuevamente hoy.
Homilía del Santo Padre.
“Por eso, hoy, juntos, reconozcamos que la Eucaristía es una profecía de un mundo nuevo, es la presencia de Jesús que nos pide que nos comprometamos para que se produzca una conversión efectiva: de la indiferencia a la compasión, del derroche al reparto, del egoísmo al amor, del individualismo a la fraternidad”, indicó el Papa.
VOLVER A JESÚS
Francisco invitó a volver a Jesús, adorarlo y acogerlo “cuando la esperanza se apaga y sentimos la soledad del corazón, el cansancio interior, el tormento del pecado, el miedo a no triunfar”. Volver “al sabor del pan”. “Porque Él vence a la muerte y renueva siempre nuestra vida”, subrayó.
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