Francisco Sabía que Moría… y Dejó un Adiós Escondido a Quienes lo Cuidaron
- Canal Vida
- 25 abr
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Antes de morir, Francisco dejó un último regalo que nadie esperaba: una imagen de la Virgen de Luján, entregada en silencio a quienes lo cuidaron en su internación. Fue su forma de agradecer… y de despedirse con fe, ternura y gratitud eterna.

En silencio, como todo lo grande. Así fue el último regalo de Francisco antes de morir: una imagen de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, entregada como gesto de amor y gratitud a quienes lo cuidaron durante sus últimos días.
La destinataria fue Elena Beccalli, rectora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, vinculada al Policlínico Gemelli de Roma, donde el Papa estuvo internado durante 38 días. Cuando Beccalli se acercó a saludarlo en la residencia Santa Marta, recibió la sorpresa: una imagen mariana enviada por el propio pontífice.

No fue un obsequio cualquiera. Fue el corazón de un Papa que sabía que se iba. Un testamento de fe en la Madre que lo acompañó toda la vida y que, en sus palabras, “lo miraba y lo dejaba mirar”.
Su último regalo no fue dinero, ni poder. Fue una Virgen. Un símbolo. Un mensaje. Un adiós con alma mariana.
Esta entrega, conocida días después de su muerte, es un símbolo que conmueve: Francisco eligió a Luján para agradecer, para despedirse, para dejar sembrada una presencia viva donde alguna vez sintió consuelo.

Antes de la audiencia general de los miércoles, el Santo Padre bendijo la réplica gigante de Nuestra Señora de Luján.
Francisco donó 200 mil euros de su cuenta personal para ayudar a jóvenes presos en Roma.
Devoto de la Virgen desde sus días como arzobispo en Buenos Aires, mantenía un vínculo profundo con Luján. En pandemia escribió: “La miraré una vez más y una vez más, me dejaré mirar por ella”. Y así fue.

Este último gesto no estuvo solo. También se conoció que donó 200 mil euros de su cuenta personal para ayudar a jóvenes presos en Roma. Era todo lo que tenía. Y lo dio.
Francisco se fue como vivió: entregando.
Y su último regalo no fue dinero, ni poder. Fue una Virgen. Un símbolo. Un mensaje. Un adiós con alma mariana. Porque hasta el final, Francisco eligió el amor.
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