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Foto del escritorCanal Vida

Exiliada, separa de sus niños, una hija fallecida, pero con plena confianza en Dios

La cubana Ángela Álvarez ganó su primer Grammy Latino a los 95 años de edad. El régimen comunista la expulsó de su país, se separó de sus hijos, pero jamás perdió la fe en el Señor. “Yo pongo todo en las manos de Dios y la decisión es suya, Él sabe lo que me conviene", aseguró.
 

Ángela Álvarez recibe el premio Grammy Latino como Mejor Artista Nueva, junto a su nieto Carlos que la saluda con cariño.


Moisés fue llamado por Dios a los 80 años, Arthur Rubinstein interpretaba de manera genial a Chopin a los 90, miles de personas concluyen sus estudios primarios, secundarios o universitarios de adultos mayores.


Nunca es tarde para volver a empezar o cumplir un objetivo, los caminos del Señor son disímiles para cada persona, forjan el temple y los años traen consigo la sabiduría para interpretar y gozar de los pequeños triunfos, como lo encarnó la cubana Ángela Álvarez que durante la dictadura de Fidel Castro se tuvo que exiliar de la isla caribeña, encontró protección en Estados Unidos sin saber hablar una palabra de inglés, estuvo dos años sin ver a sus hijos y uno sin saber nada de su marido, dejó sus sueños de lado, pero nunca perdió la fe en Dios que la ayudó a reconstruir su familia y a los 95 años de edad ganar un Grammy Latino como Mejor Artista Nueva.


“Aunque la vida es difícil, siempre hay una salida y con fe y amor lo pueden lograr; se los prometo, nunca es tarde”, aseguró la anciana luego de recibir el galardón el 17 de noviembre en Las Vegas ante un auditorio colmado de artistas y miembros de la industria de la música.

 
 
SUEÑO DORMIDO

Álvarez se convirtió en la persona más longeva en recibir un Grammy por el disco que lleva su nombre, el cual grabó gracias a su nieto que descubrió en un cajón unas 50 canciones y el amor de su abuela por la guitarra, pasión —que por vicisitudes de la vida— dejó de lado por muchas décadas.


En su época no todas las mujeres se atrevían a tocar la guitarra, ella aprendió en un internado de monjas donde estudiaba en su amada Cuba. Su padre quería que aprendiera a tocar el piano porque decía que “es un adorno muy bonito para la mujer”, por lo que ese fue el primer instrumento que tocó hasta que se encontró con las seis cuerdas.


Aunque la vorágine de la vida cotidiana no le permitió continuar profesionalmente como artista, su fallecido marido siempre la alentó y apoyó para que no dejara la música, él fue su primer admirador de su voz.


Su esposo trabaja en la industria azucarera, por su labor viaja mucho y ella lo acompañaba. En cada país donde estaban (El Salvador, Guatemala, Costa Rica), luego de la comida le pedía que interpretara una pieza. “Mi amor por realizar mi sueño estaba ahí dormidito, pero se iba despertando poco a poco”, señaló.


Ángela Álvarez y su Grammy.


DOLOR, ANGUSTIA Y FE

Tras la revolución cubana decidió en 1962 exiliarse junto con su familia en Estados Unidos, pero cuando estaba por abordar el avión las autoridades migratorias solo autorizaron a viajar a sus cuatro hijos, a quienes dejó de ver por algunos años.


Los chicos fueron acogidos como parte de la “Operación Peter Pan” del gobierno yanqui que rescató alrededor de 14.000 niños cubanos sin acompañantes adultos.


Aunque Álvarez logró llegar a territorio estadounidense, no tenía los medios para reclamar a sus hijos, por lo que terminaron viviendo en un orfanato a donde sólo podía visitarlos.


Pasaron años para que la familia entera lograra estar nuevamente unida, para ello tuvieron que migrar temporalmente a México, donde por fin se encontraron con el esposo de Álvarez. “Mi secreto es confiar, todos mis problemas y angustias se las doy a Dios”, expresó la cantautora madre de tres hijos varones y una mujer (fallecida cuando tenía 14 años), con nueve nietos y 14 bisnietos.

 
 
LA MÚSICA, SU ENCUENTRO ÍNTIMO

Aunque en todos esos años no ejerció su carrera de forma profesional, ella seguía componiendo y escribiendo sus canciones, muchas de las cuales reflejan la añoranza por Cuba como "Qué linda es". En su álbum también está incluida “Amor”, un tema que escribió cuando tenía unos 15 años. Otra, “Pedacito de cielo” la compuso cuando vivió una temporada en Puerto Rico, una isla que le recordaba a su querida Cuba.


“Está todo con el mes, año y día que yo compuse las canciones”, indicó, al tiempo que destacó que todavía escribe, una de sus más recientes creaciones surgió después de preparar un café expreso por la mañana escuchando pajaritos a los que alimenta, viendo el cielo azul y el verdor de los árboles.


El Señor le marcó un camino, le dio un don, lo único que faltaba para que el mundo conociera su música era alguien que produjera su álbum y esa persona estaba mucho más cerca de lo que imaginaba: su nieto Carlos que descubrió esas 50 canciones de puño y letra de su abuela, y le propuso en 2016 grabarlas.

Recién el año pasado pudo entrar a un estudio y dejar plasmada su voz en el álbum que le valió un premio.


Portada del disco.


SU PRIMERA VEZ

Ángela señaló que recibir el aplauso y el cariño del público es mágico, y lo experimento con más de 90 años en el teatro Avalon de Los Ángeles donde dio su primer concierto oficial presentado por su compatriota, el actor Andy García, quien colaboró en el “Miss Ángela” de Paul Toogood y Lloyd Stanton.


Para quienes tengan un sueño que no se atrevan a cumplir, Álvarez aseguró que nunca hay que decir no se puede, por el contrario “cuando tienen una inspiración o sienten un deseo, tienen que realizarlo y no sentarse a decir ‘esto es imposible’”.


“Yo pongo todo en las manos de Dios y la decisión es suya; y cuando le rezo le digo ‘Tú vas a hacer conmigo lo que me convenga porque sabes lo que me conviene y lo que no’”, subrayó la artista cubana que nunca se rindió a pesar de los obstáculos.

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