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El Secreto de la Santidad en lo Pequeño: Las 3 Prácticas de Santa Teresita que Pueden Cambiar tu Vida

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 1 oct
  • 4 Min. de lectura
Santa Teresita del Niño Jesús enseñó que no hace falta hacer milagros extraordinarios para ser santos. Su “caminito” de pequeñas acciones —no quejarse, fortalecer la voluntad y poner a los demás primero— puede transformar tu vida y acercarte al cielo.
Santa Teresita
Santa Teresita realizaba algunas prácticas que hoy pueden ayudar a alcanzar la santidad.

Santa Teresita del Niño Jesús (1873—1897) —la joven carmelita de Lisieux que murió a los 24 años y que hoy es Doctora de la Iglesia— dejó una enseñanza que desarma a los soberbios: no hacen falta milagros espectaculares ni penitencias heroicas para llegar al cielo.


La santidad se construye con lo sencillo, con lo pequeño, con lo que nadie ve. Su “caminito” se convirtió en un faro de esperanza para millones de católicos en el mundo que entienden que ser santos no es un privilegio reservado a unos pocos, sino un llamado universal.


En tiempos de redes sociales, consumo rápido y vidas marcadas por la prisa, el testimonio de Teresita se vuelve más actual que nunca: Dios se encuentra en lo cotidiano. Y son tres sus prácticas más célebres, las que marcaron su vida y pueden marcar la tuya.







NO TE QUEJES: LA SANTIDAD DEL SILENCIO

La primera lección de Teresita es sorprendente. En un convento lleno de tensiones y rutinas, ella optó por no quejarse. Una hermana la irritaba con un ruido constante de dientes, otra la salpicaba al lavar la ropa. Cualquier otro hubiera explotado… pero ella callaba, ofreciendo esas molestias como oración.


En su lógica espiritual, ese pequeño sacrificio tenía un peso eterno. El silencio ante la incomodidad se transformaba en una semilla de santidad. Hoy, en un mundo donde abundan las quejas y la crítica, ¿no es acaso revolucionario responder con paciencia?

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FORTALECER LA VOLUNTAD: EL DOMINIO DE UNO MISMO

Teresita sabía que el enemigo más duro no estaba afuera, sino dentro: el propio yo. Por eso practicaba pequeñas penitencias, como sentarse sin recostarse en la silla. Parece un detalle mínimo, pero era un entrenamiento espiritual.


Su objetivo no era el dolor, sino fortalecer la mente frente a la comodidad y preparar el corazón para resistir al pecado. Esta práctica nos recuerda que cada vez que renunciamos a algo por amor a Dios, nos volvemos más libres. La verdadera libertad nace del dominio de uno mismo.



PONER A LOS DEMÁS PRIMERO: EL EVANGELIO EN ACCIÓN

La tercera práctica parece simple, pero encierra el núcleo del Evangelio: priorizar a los demás. En una fiesta eligió el trozo de pastel más pequeño para que sus hermanas disfrutaran los mejores. En el Carmelo, trataba con cariño a una hermana que en realidad le resultaba insoportable, hasta el punto de que todos creían que eran grandes amigas.


Su caridad no era sentimental, era heroica. Significaba elegir el bien del otro incluso cuando no era fácil. Y es en esa renuncia voluntaria donde se forja la santidad: en el amor que no busca lo propio, sino el bien del prójimo.


Santa Teresita
Santa Teresita del Niño Jesús ofrece en silencio las incomodidades del convento con oración, convirtiendo pequeñas molestias en semillas de santidad. (Ilustración simbólica)
LA REVOLUCIÓN DE LO PEQUEÑO

Hoy muchos creen que la santidad es imposible. ¿Cómo ser santos en medio del ruido, las tentaciones y el cansancio? Santa Teresita responde con su vida: la santidad no es inaccesible, se encuentra en el detalle diario, en cada gesto ofrecido a Dios.


No quejarse, ejercitar la voluntad, dar lo mejor al otro. Tres pasos tan pequeños como poderosos. Ese es el “caminito” que cambió a la Iglesia y que sigue transformando vidas.



LA ACTUALIDAD DE SANTA TERESITA

Más de un siglo después de su muerte, Teresita sigue fascinando porque mostró que todos podemos ser santos desde lo cotidiano: una madre que cría a sus hijos, un joven que estudia, un trabajador que enfrenta injusticias. Todos, si vivimos lo pequeño con amor, estamos en camino de Dios.


Su vida fue breve, pero su legado inmenso. En ella, la Iglesia descubrió que la verdadera grandeza está en la humildad. Y que la santidad no se mide en hazañas externas, sino en el amor escondido que solo Dios ve.

Pedro Kriskovich
EL CAMINITO QUE NOS LLEVA AL CIELO

Las tres prácticas de santa Teresita son un desafío para el cristiano de hoy. No se trata de gestos espectaculares, sino de actos cotidianos que, unidos a Cristo, tienen un valor eterno. Ella nos recuerda que el cielo no se gana con ruido, sino con fidelidad silenciosa.


En su fiesta, la Iglesia vuelve a escuchar la voz de esta joven carmelita que enseñó que “todo es gracia” y que cada pequeño acto puede convertirse en un escalón hacia la eternidad.


Santa Teresita del Niño Jesús, enséñanos a recorrer tu “caminito” para alcanzar la santidad en lo pequeño.



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