EL SANTO QUE HABLABA CON LOS ÁNGELES
- Canal Vida
- 1 jun
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No fue un apóstol ni un mártir más. San Justino buscó la verdad entre filósofos, enfrentó al imperio y murió sin renunciar a Cristo. Dicen que hablaba con ángeles… y que sus textos aún esconden secretos del alma.

“El alma pura puede hablar con los ángeles”. Esta frase, escrita hace casi 1.800 años por un filósofo que moriría decapitado por no negar su fe, hoy vuelve a sonar con fuerza. Su nombre era Justino. Su historia, un puente entre el pensamiento, la fe y el martirio.
Nació en el siglo II, en una región que hoy forma parte de Cisjordania. Fue educado en todas las escuelas filosóficas de la época: estoicos, aristotélicos, pitagóricos y platónicos. Pero en ninguno de esos sistemas encontraba el consuelo que su alma buscaba.
Pero un día se cruzó en su vida un anciano cristiano, en una playa, que le habló de los profetas. Y de un Dios crucificado. ¡Allí empezó todo!
LA CONVERSIÓN QUE SACUDIÓ A ROMA
Justino era un buscador. Había renunciado al prestigio de la filosofía para seguir al carpintero de Nazaret. Pero no abandonó la razón: la iluminó con la fe. Y eso lo hizo peligroso.
En sus textos, especialmente las famosas "Apologías" que envió al emperador Antonino Pío, Justino defendió la verdad del cristianismo con argumentos tan brillantes que hasta los cínicos guardaron silencio. Afirmó que la Eucaristía no era un rito simbólico, sino la carne y sangre del Verbo Encarnado. Denunció la persecución. Y llamó al imperio a convertirse.
¿Qué hizo Roma? Lo decapitó.

FILOÓSOFO Y MÁRTIR
San Justino no murió por una idea. Murió por Él. Y eso cambia todo.
Fue arrestado junto a seis compañeros por negarse a ofrecer incienso a los dioses. En el juicio, el prefecto le dijo: “Si no sacrificas, serás azotado y ejecutado”. Justino respondió con serenidad: “Anhelamos ser martirizados, porque eso nos llevará a Dios”.
Fueron decapitados en el año 165. Sus restos fueron enterrados cerca de la Vía Appia. Su tumba fue lugar de peregrinación durante siglos.

LOS ÁNGELES Y EL ALMA PURA
Pero lo que hace a Justino una figura distinta entre los mártires es su dimensión mística. En sus escritos, especialmente en "El Diálogo con Trifón", afirma que el alma que se purifica puede percibir lo invisible.
“Dios habla por sus ángeles a quienes guardan su Ley”, enseñó. Y fue más allá: dijo que, en ciertas condiciones, el alma puede comunicarse con ellos, no para adivinación ni magia, sino como consuelo y guía.
¿Escuchaba voces? ¿Recibía mensajes? No lo sabemos. Pero sí creía firmemente que los ángeles estaban activos y presentes.

LA EUCARISTÍA: EL CENTRO DE TODO
Para Justino, no había nada más sagrado que el Sacramento del Altar. Lo describió como “el alimento que se convierte en nuestra carne y sangre, como Jesucristo se hizo carne”.
Fue el primero en dejar por escrito una descripción completa de la Santa Misa, tal como la celebraban los primeros cristianos. Lectura de las Escrituras, homilía, oración común, ofrenda, consagración, comulgar. Nada era improvisado. Nada era simbólico. Y todo era secreto para los no bautizados.

UN PUENTE ENTRE LA RAZÓN Y LA FE
Lo extraordinario de Justino es que no renegó del pensamiento clásico. Lo bautizó.
Dijo que la verdad está sembrada en todos los pueblos, pero que sólo en Cristo se revela en plenitud. Llamó a los filósofos "sembradores del Verbo". Y proclamó que la fe no contradice a la razón, sino que la lleva a su culmen.
¡Cuánta falta nos hace hoy esa visión!

¿QUÉ DIRÍA JUSTINO SI VIVIERA HOY?
Tal vez escribiría en redes sociales con la misma claridad con que escribió al emperador. Quizá defendería la vida desde la concepción como lo hizo entonces, o se plantaría frente a las mentiras ideológicas de moda como se plantó ante el paganismo.
Seguramente no buscaría likes, sino verdad. No huiría del conflicto, pero tampoco sería un provocador. Sería luz en la tribuna y testigo en la plaza. Diría, una vez más: “Prefiero morir por Cristo que vivir en la mentira”. Y su alma seguiría oyendo la voz de los ángeles.

UN SANTO PARA FILÓSOFOS, MÁRTIRES Y BUSCADORES
San Justino es patrono de los filósofos, de los apologetas, de quienes debaten buscando la verdad. Su intercesión es buscada por quienes trabajan en medios de comunicación, por quienes enseñan, por quienes defienden la fe.
Pero sobre todo, es modelo para el alma inquieta. Para el que no se conforma con respuestas fáciles. Para el que prefiere morir por la verdad antes que vivir en la comodidad.
¿Y vos? ¿Estás listo para buscar lo invisible? ¡San Justino Mártir, ruega por nosotros!
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