Religiosos de Haití denuncian la falta productos de primera necesidad y la creciente violencia en las principales ciudades del país. "Es un momento grave, hay que hacer algo, y cuanto antes", expresaron desesperados.
Haití es el país más pobre de América Latina. Tuvo más de 20 gobiernos en 35 años y es uno de los lugares más inseguros del mundo, con numerosas bandas armadas en las calles, a tal punto que el año pasado asesinaron al presidente Jovenel Moïse.
Dolor y preocupación, pero también determinación para llevar a cabo la misión a la que están llamadas las personas consagradas. Así lo reafirmó la Conferencia de Religiosos de Haití (CRH) en una nota publicada tras los actos de violencia de los últimos días, ocurridos en particular en las diócesis de Cayes, Gonaïves y Fort-Liberté, más precisamente en Ouanaminthe.
"Nuestro pueblo clama por el derecho a vivir con dignidad."
Algunos grupos atacaron Cáritas, los locales de la comunidad de San José de la Aparición en Pravil, la escuela que acoge a los alumnos de los grupos más vulnerables, pero también el centro textil que las religiosas empezaron a gestionar.
“Una vez más condenamos estos actos de violencia sin precedentes y aleatorios, vengan de donde vengan, y exigimos que las autoridades estatales asuman sus responsabilidades y hagan todo lo posible para proteger vidas y bienes", indicaron los religiosos en el documento y destacaron que continúan “trabajando incansablemente contra la miseria, ignorancia, inseguridad, violencia absurda y a favor de la justicia social y el desarrollo integral”.
JUNTO A LOS MÁS VULNERABLES
La entidad reafirmó su voluntad de comprometerse "a favor de los más pobres, niños, jóvenes, enfermos, refugiados, emigrantes, repatriados, abandonados, de las personas en situación de gran vulnerabilidad".
El 25 por ciento de la población haitiana vive sin acceso al agua potable.
"Nuestro pueblo clama por el derecho a vivir con dignidad. Su legítimo clamor debe ser escuchado. Es un momento grave, estamos en medio de una catástrofe humanitaria. Hay que hacer algo, y cuanto antes. El pueblo está cansado de contar sus muertos y ya no puede permitirse vivir con dignidad", subrayaron.
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