El Pontífice indicó, en el comienzo de la Cuaresma, que hay que dejar la soberbia de lado y brindarse con amor al prójimo. “Debemos redescubrir la alegría en el cuidado de los pobres o afligidos”, manifestó el Santo Padre.
El Papa celebra la misa del Miércoles de Ceniza en la basílica de Santa Sabina en Roma el 22 de febrero.
Francisco inició el período de sacrificio y reflexión de la Cuaresma con un llamado en el Miércoles de Ceniza a abandonar lo que calificó de la “dictadura” de las agendas pesadas y necesidades superficiales.
El Santo Padre indicó, durante la ceremonia religiosa de imposición de cenizas, que es momento para “dejar a un lado la pretensión de autosuficiencia y de ser el centro de las cosas, de ser el mejor de nuestra clase, de pensar que con nuestras propias habilidades podemos triunfar en la vida y transformar el mundo a nuestro alrededor”.
“Las cenizas que recibimos esta tarde nos dicen que toda presunción de autosuficiencia es falsa y que la autoidolatría es destructiva, encerrándonos en aislamiento y soledad”, expresó.
En lugar de ello, la Cuaresma sirve para “recordarnos que el mundo es más grande que nuestras estrechas necesidades personales, y para redescubrir la alegría, no de acumular bienes materiales, sino de cuidar a quienes son pobres o están afligidos”, declaró Francisco.
“Hagamos un examen de conciencia, a fin de liberarnos de la dictadura de nuestras apretadas agendas y necesidades superficiales, y escojamos las cosas que valen de verdad”, pidió el pontífice.
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