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EL MUNDO EN SILENCIO… Y EL AMOR HABLÓ DESDE EL BALCÓN DE PEDRO

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 18 may
  • 4 Min. de lectura
Ante una Plaza de San Pedro desbordada de lágrimas, cánticos y banderas, León XIV inició su pontificado con una homilía que estremeció a fieles y ateos por igual. No habló del poder… habló del amor. No impuso reglas… ofreció el corazón. El Papa que fue elegido con miedo, hoy encendió una llama que ya nadie podrá apagar.
León XIV
Entronización de León XIV ante la mirada de millones de fieles alrededor del mundo. (Fotografía: Vatican News)

El mundo entero contuvo el aliento. Hoy, desde el corazón palpitante de la cristiandad, un nuevo sucesor de Pedro habló al alma universal. León XIV, en su primera misa en el inicio de su ministerio petrino, no se presentó como soberano… sino como siervo. No empuñó la vara del mando, sino que extendió los brazos como quien abraza a los hijos del dolor y la esperanza.


“La muerte de Francisco nos dejó huérfanos, pero recibimos su última bendición en Pascua, como quien nos pasa la antorcha en medio de la noche.” (León XIV)

El escenario fue majestuoso: la plaza de San Pedro colmada, bajo un cielo diáfano, mientras el eco de los salmos se mezclaba con los aplausos de los pueblos. Cientos de miles de fieles y líderes del mundo se unieron en un instante único. Pero fue su homilía —su primer mensaje oficial como Pastor Universal— lo que quedará grabado en la historia de la Iglesia.

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"¡ESTA ES LA HORA DEL AMOR"!: UN GRITO QUE DESGARRÓ CORAZONES

Fui elegido sin mérito, con temor y temblor... pero quiero caminar con ustedes”, comenzó diciendo León XIV, con la voz quebrada por la emoción. Sin protocolos fríos, sin gestos de poder. Su mensaje fue un bálsamo: “La Iglesia no atrapa, ama. No somete, sirve. No impone, acompaña”.


León XIV
León XIV reflexivo, con el Anillo del Pescador ya en su mano.

En un mundo lacerado por guerras, soledad y desigualdad, sus palabras rompieron la rutina religiosa: “La autoridad de Pedro es la caridad. Y el verdadero poder de Roma es el amor de Cristo”.


“Pedro sólo puede apacentar si conoce el amor incondicional de Dios. Sólo quien lloró su pecado puede consolar al pecador.”

León XIV
León XIV se emocionó cuando pronunció su homilía.

Y allí, frente a millones de ojos, citó a san Agustín, san Pedro, san Juan… y hasta a su lejano predecesor León XIII, reclamando una Iglesia que cure, que consuele, que sea fermento de unidad. Que no tema al diferente, que abrace a todos: cristianos, musulmanes, judíos, agnósticos. Que no calle ante la injusticia, ni se encierre en sus templos dorados.

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EL NUEVO PAPA NO OFRECIÓ UN PROGRAMA... OFRECIÓ SU VIDA

La homilía resonó con fuerza profética: “Pedro sólo puede apacentar si conoce el amor incondicional de Dios. Sólo quien lloró su pecado puede consolar al pecador”. León XIV confesó, con palabras sencillas, su fragilidad. Y fue esa fragilidad la que lo hizo más fuerte. Más creíble. Más humano.


“La Iglesia debe ser casa de todos, donde nadie se sienta extraño.” (León XIV)

Recordó a Jesús llamando a Pedro. Y lo dijo claro: “Hoy somos llamados a echar las redes en las aguas oscuras del mundo, no para pescar adeptos, sino para abrazar personas”.


Y cuando dijo “¡miren a Cristo, no a mí!”, la plaza estalló. Porque no era un Papa buscado por el marketing, sino un padre buscado por el alma.


LEON XIV
León XIV recibe la imposición del Palio, una estola de lana blanca que representa el peso del ‘rebaño’ sobre los hombros del pastor, decorada con seis cruces negras de seda y enganchado con tres agujas que representan los clavos de la Cruz.
UNA PROMESA: UNIDAD SIN UNIFORMIDAD

“La Iglesia debe ser casa de todos, donde nadie se sienta extraño”. Ese fue uno de los pasajes más citados de la homilía. León XIV habló del “misterio de las diferencias”, pidiendo que las culturas, las historias y las lenguas no se enfrenten, sino que se escuchen.


León XIV pidió una Iglesia que no calle ante la injusticia, ni se encierre en sus templos dorados.

Se comprometió a trabajar codo a codo con los líderes de otras religiones, con pueblos originarios, con científicos, con marginados. No para diluir la fe, sino para mostrar su rostro más puro: la caridad de Cristo.


Y allí lanzó su desafío más profundo: “Si la caridad reinara, se extinguiría la lucha”. Un llamado a los políticos, a los empresarios, a los líderes del mundo. "Que el poder no se mida en armas, sino en ternura", señaló.

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DESDE EL DOLOR, UNA ESPERANZA

León XIV no esquivó el luto por Francisco. Al contrario. Reconoció que “su muerte nos dejó huérfanos”, pero también que “recibimos su última bendición en Pascua, como quien nos pasa la antorcha en medio de la noche”.


Conmovió al recordar que en el cónclave “el Espíritu Santo armonizó nuestras diferencias, como una sinfonía hecha de mil corazones”. El nuevo Papa no pretende ser un genio ni un héroe. Se ofrece como testigo.


León XIV
Desde el papamóvil León XIV saludó a los fieles congregados en la plaza San Pedro.
EL PONTÍFICE DE LOS HUMILDES

No sabemos qué depararán los años que vienen. Pero hoy, la Iglesia volvió a hablar con una voz clara. No una voz de amenaza… sino de ternura. No una voz de dogma… sino de consuelo. León XIV eligió el único lenguaje que sobrevive a las ruinas de los imperios: el lenguaje del amor.


Allí, en la explanada no hubo un monarca… sino un hermano. Y quizás, como dijo san Pedro… esta vez la piedra que el mundo despreció, vuelva a ser la que sostenga el puente entre el cielo y la tierra.

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