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El Legado Más Poderoso: Francisco, Testigo de la Misericordia

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 27 abr
  • 2 Min. de lectura
La homilía del cardenal Parolin estremeció la plaza San Pedro: Francisco dejó un llamado urgente a vivir la misericordia. Su vida fue un grito de amor y perdón que hoy nos convoca a construir un mundo nuevo.
Parolin
Cardenal Pietro Parolin.

La plaza San Pedro volvió a latir de emoción en el segundo de los Novendiales. Bajo un sol radiante, en el Domingo de la Divina Misericordia, el cardenal Pietro Parolin ofreció una homilía que estremeció corazones: el verdadero legado de Francisco es una vida vivida en misericordia.


"Solo la misericordia cura, solo la misericordia crea un mundo nuevo." (Pietro Parolin)

Ante miles de fieles, especialmente jóvenes venidos de todo el mundo para el Jubileo de los Adolescentes, el purpurado reveló la esencia del pontificado de Francisco: un testimonio inquebrantable de amor, perdón y ternura. Francisco fue un testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura hacia los heridos y cura con el bálsamo de la misericordia”, proclamó, mientras aplausos y lágrimas se mezclaban en la multitud.


"Nuestro afecto por él no debe ser solo emoción, sino vida concreta: vivir la misericordia, amarnos, perdonarnos, construir la paz." (Pietro Parolin)

Asimismo, recordó que el Santo Padro siempre enseñó que la misericordia es el corazón de Dios y que no existe paz verdadera sin el perdón mutuo. Solo la misericordia cura, solo la misericordia crea un mundo nuevo, repitió, como un eco de esperanza que aún resuena entre las columnas de San Pedro.

Pedro Kriskovich

El cardenal invitó a todos, especialmente a los jóvenes, a no quedarse atrapados en el dolor de la pérdida. "Nuestro afecto por él no debe ser solo emoción, sino vida concreta: vivir la misericordia, amarnos, perdonarnos, construir la paz", instó.


Plaza
Una multitud siguió atentamente la homilía de Parolin.

Conmovido, evocó el abrazo de Francisco que, desde el Cielo, ahora extiende sobre la Iglesia y la humanidad. "Francisco nos enseñó que somos amados infinitamente y que cada caída puede ser el inicio de una vida nueva", sentenció, arrancando vítores de la multitud.

Finalmente, confió a la Virgen María, a quien Francisco tanto amaba, la protección de la Iglesia y el futuro del mundo.


La vida de Francisco no se apagó: se multiplicó en cada corazón dispuesto a perdonar. Hoy, su testamento de misericordia nos desafía a construir la paz verdadera.

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