El Camino de Francisco: El Pacto de Amor que Conmovió a Argentina
- Canal Vida
- 27 abr
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En Buenos Aires, miles de corazones heridos peregrinaron el “Camino de Francisco”. No fue una despedida, fue un pacto eterno: continuar el legado del Papa que abrazó a los descartados. Desde la catedral hasta la Villa 21-24, pasando por hospitales y barrios olvidados, la fe y la gratitud iluminaron cada paso. Francisco no se fue: sigue caminando en su pueblo.

En una jornada inolvidable, los heridos, los olvidados y los últimos recorrieron el "Camino de Francisco", en un pacto eterno de amor y fidelidad al Papa que cambió para siempre la historia de los pobres.

Ayer, sábado 26, Buenos Aires fue testigo de una escena conmovedora: luego de la misa exequial celebrada por el arzobispo Jorge García Cuerva en la catedral metropolitana, una multitud de fieles —provenientes de villas, hospitales y barrios populares— emprendió la "Caravana de Francisco". No fue una despedida. Fue una promesa viva: seguir el legado del "Papa de los descartados".

CAMINO DE AMOR POR EL PRÓJIMO
Desde Plaza de Mayo, donde compartieron el pan como los primeros cristianos, cientos de personas caminaron por los sitios que Jorge Mario Bergoglio —cuando era simplemente “el padre Jorge”— recorría para tocar el dolor humano. Cada parada fue una herida abierta de la ciudad: la Casa Mamá Antula, el Hospital Borda, Cárcel del Muñiz, Hogar de Cristo Hurtado. Cada rincón guardaba memorias de su ministerio entre los pobres.

“Hoy no decimos adiós. Hoy empezamos su legado”, resonaba en cada cántico, mientras banderas blancas y amarillas flameaban y los bombos retumbaban como latidos de un pueblo que sabe quién caminó a su lado.

EL PUEBLO JUNTO A SU PADRE
El final fue una explosión de fe: la llegada a la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la villa 21-24 de Barracas. Allí, donde Francisco lavó los pies de los jóvenes adictos, donde nació el primer Hogar de Cristo para rescatar vidas del paco y la desesperanza, la multitud alzó las manos al cielo y prometió ser Iglesia en salida.

Entre lágrimas, bombos, estampitas y cantos, los pobres despidieron a su Papa. El “cura pata de perro”, como le decían, volvía a casa, a la tierra donde sembró esperanza.

Francisco no se fue. Vive en cada herida abrazada, en cada barrio olvidado, en cada mano tendida. El Camino de Francisco apenas empieza.
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